-El chico, quien hacia rato había llegado a la ciudad, ya se conocía exactamente los horarios de pratrullaje de cada héroe de la zona, llevaba todo agendado en una pequeña libreta. Él, como todo delincuente juvenil, bastante inteligente y cuidadoso con sus movimientos, tenía un plan maquiavélico en mente para volver locos a aquellos defensores de la paz, pero aún no lo podía poner en marcha por una simple razón; no encontraba manera para elegir correctamente un horario sin tener algún héroe de turno cerca.

Estaba bastante frustrado al respecto, pero pese a sus intenciones, deseaba llamar la atención de alguien en puntual, a quien, en una ocasión pasada apenas pudo cruzar palabra.
De momento el chico, quien se situaba sentado en una banca, observó los alrededores sin preocupación alguna, ya que no quería levantar sospechas de nadie, buscando con su mirada a ese gran sujeto portador del fuego.-