(...) Las chicas de su escuela no suelen hablarle; y las pocas amigas que había logrado hacer por fuera, bueno, no las podía frecuentar cómo quisiera. Y el destino había sido tan gracioso, cómo para juntarla con un pandillero con el que estaba compartiendo una extraña conexión amistosa. Mas opciones no había. — Chifuyu, si llegara a pasar algo, ¿intervendrías? — Aunque inicialmente, la rubia quiso apelar por el positivismo, no quería dejar descubierta alguna posibilidad negativa en esta situación. — No, sabes qué. Olvídalo. Creo que quizá debería considerar el porqué Mikey podría no aceptar que Mitsuya sea mi novio. Y con eso, podría responderle con todas las cosas buenas de él. ¿No crees? Eso seguro ayudaría y evitaría malos entendidos. — Apoyó entonces su codo contra la mesa, usando así su brazo para recostarse. Su mente comenzaba a enredarse sola, tratando de imaginar cualquier escenario y su posible solución. (...)