—La ligereza de la rubia siempre la reconfortaba, pues tenía una forma gentil de desvanecer cualquier rastro de tensión, y su risa y el abrazo la hicieron reír igual.— Nani? ¿Bakaji también? Nunca lo hubiera imaginado. —dijo con honestidad, pero sorprendida para bien, aunque había podido observar algunos rasgos de ello cuando el pelinegro cuidaba a los gatos de la calle. Entendía la sorpresa de Emma ahora más que nunca, y sólo sonrió, mirándola a los ojos.— Hai, es sólo que... Siento como si Mikey y Manjiro fueran personas distintas. —reflexionó en voz alta, pensando en que, al menos para ella, el verle como Manjiro la mantenía alejada de la imagen que todos tenían de él como líder de la ToMan.— Pero es eso es una tontería, gomen... —se llevó una mano a la cabeza con torpeza, volviendo a ruborizarse un poco por confesar aquello.—