¿Me ofreces dinero... a mí? —La rubia torció el labio superior y frunció levemente el ceño, mirando con desagrado el dinero falso que caía al piso junto con él.— Soy asquerosamente millonaria, Wade. —Le recordó, entornando sus ojos claros. Generalmente rechazaba a aquél que la hacía perder la paciencia, pero en cuestión de segundos, Emma Frost se convirtió en una exquisita figura de diamante orgánico. Avanzó despacio hacia él, quien aguardaba su destino de buena fe. Sus tacones de aguja resonaban por toda la estancia, hasta que se colocó encima de él, a la altura de su rostro. Miró hacia abajo.— Insolente. —Alzó un pie y colocó uno de sus tacones sobre el cuello del mercenario.— ¿Te gustaría saber cómo se mata a tres pájaros de un tiro? —Presionó el tacón contra su garganta.—