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No existía cambio de parecer, ya no había vuelta de hoja; Elizabeth estaba completamente enamorada de aquel Italiano. Así por primera vez en años cayó bajo el hechizo del amor y no porque el rubio hubiera impuesto en ella alguna de sus típicas hazañas, era porque el corazón de ambos se encendía por la presencia y la sola existencia de los dos cuando estaban juntos. — ¿Hasta cuándo?— Posó delicadamente sus dedos sobre los fuertes hombros del Zeppeli.
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