Aún no podía observarlo, sentía que se iba a ruborizar y ella ya no era una adolescente para tener ese tipo de comportamientos. Sí, le otorgó una victoria, solo por ésta vez pues sin notarlo y al sentir su toque le observó; le gustaba mucho esa sonrisa, le complacía.
— No es un idiota, solo es un joven con la mente dispersa— Defendía a Jōseph a capa y espada.
[code]Que le esquivara con la mirada era sinónimo de su victoria, fue por eso que la sonrisa en el italiano se hizo mucho más notoria. La mano con la que sostuvo la nuca de la castaña bajo por la espalda, lento hasta que se afianzo a la parte central de aquellas anchas caderas donde se mantuvo por un breve instante, como siempre, el tiempo juntos pasaba demasiado rápido y había algo que tenían que hacer.
—Debemos volver antes de que el estúpido Jojo comience a hacer preguntas, ¿vamos amore mio?[/code]
Había cerrado sus párpados, incluso sus bonitas cejas se fruncieron solo un poco; un gesto duro para un rostro tan perfecto pero mayor fue su sorpresa cuando fue "atacada" por ese beso. Tan arrollador era el Italiano que en medio de un titubeo dejó caer el cigarrillo a un costado, éste se estrelló contra el suelo e irremediablemente se apagó. Entreabrio sus párpados y se topó con esa presencia, ese varonil pero gallardo rostro que con una actitud posesiva le besaba, no tuvo más opción que sucumbir a tal muestra de afecto que duró lo suficiente para teñir esas mejillas en un rosa pálido.
—... Excelente razón— Aseguró para luego de notar su sonrisa similar a un felino que acababa de atrapar un gorrión, desviar la mirada a un costado.
[code]Tuvo la respuesta que esperaba, fue por eso que una sonrisa se mostró en los labios del italiano, sabía bien como darle una razón mayor que la iba a persuadir de dejar ese mal hábito.
Con una de las manos sostuvo la nuca de la castaña y acerco su rostro para dar un beso en sus labios, un contacto intenso entre sus labios con el que le permitía probar su sabor, mismo que seguramente se perdería por la nicotina del cigarro. La beso a su antojo, con un contacto que duro cuanto él quiso, una vez que le dio suficiente a probar, se aparto de la mayor y le mostró una sonrisa triunfante, incluso un tanto arrogante.
Eso había sido realmente astuto,contundente y arrollador para ella. No era de acciones explosivas o poco ortodoxas, aún con esa elegancia y tranquilidad que demostraba separó el cigarrillo de sus carnudos labios carmín.
— Caesar, no puedes demoler hábitos arraigados a una persona pero puedes dar una razón mayor para persuadirla—
[code]— Hablo de que no besaré unos labios con aroma a tabaco — Respondió sin tardar, la mirada la mantuvo en la castaña, quizá ahora había sido un tanto retador pero deseaba que ella supiera que se preocupaba por ese hábito suyo.[/code]
Deslizó la mirada hacía el rubio, con esa actitud de siempre que parecía distante y sin embargo sólo observarlo le hacía vibrar el alma. —... ¿Hablas de una enfermedad?—
