ElizabethCook

James podía ser todo, pero celoso no. Aún así, cuando Elizabeth mostró interés en aquel otro joven, el castaño hirvió en celos. No existía una relación entre ellos, y aún así él estaba celoso. No podía verla directamente, así que llevó su mirada a la salida de la cancha, esperando a que su sangre enfriara, no quería que ella notara sus emociones, o peor aún, hacerle daño.

—Si tanto te interesa... —se calló, tragó aire e intentó calmarse, pero solo lo consiguió hasta que sintió sus labios sobre su piel. Detestaba que ella fuera capaz de eso—. No sabes cuánto detesto todo esto —le tomó de la cintura para acercarla totalmente a él. Posesivo la sujetó fuerte con un solo brazo—. ¿A qué hora? ¿Es bueno el producto?

Hundió entonces su rostro en el espacio que hay entre los delgados hombros de la chica y su cuello. Inhaló su aroma, y se calmó. Entonces aprovechó para susurrarle al oído.

—No te quiero ver con él. Haz lo que quieras Cook, con quién quieres, pero no con él. O juro, que no me podré controlarme nuevamente —solo porque había varios ojos sobre ellos se controló y no le soltó una nalgada, pero ganas le sobraban. La soltó, y con una sonrisa en el rostro solo le alborotó el cabello—. Debo ir a las duchas, ¿me esperas o te vas?