—Si, llevo algo de tiempo. Saldré en una media hora, ya es tarde—


Respondio de forma despreocupada, para después ignorarlo un poco y entregarle su llave y correo a una mujer mayor que llevaba un traje sastre, y hablarle a un joven sobre una llamada que habían hecho preguntando por el, mientras revolvía un par de papeles. El incesante ruido del taconeo de la mujer parecía perforar en el acostumbrado silencio del lobby de forma abrupta

— Se te notaba. Incluso estabas algo cegado por el trabajo, sin ofender. Nunca me agradó mucho ese lugar. Ese turno es el más pesado. ¿Cuándo acabas de trabajar? —

En su muñeca derecha Francesco portaba un reloj dorado. Era delgado y discreto por lo que no llamaba mucho la atención. Sacudió la mano mientras la giraba para checar la hora. Esperaba que pronto saliera Elián pues tenían varias cosas que hablar.

— ¿Tienes tiempo? Llevas un trabajo calmado pero estoy seguro que tienes mucho más potencial

Tienes razón en eso Francesco. Tanto tiempo en un solo lugar vuelve las cosas cancinas. Llevo el turno de la tarde a la madrugada, no es muy pesado

—En ese momento se dió cuenta que ellos nunca habían llevado una conversación completamente normal, sin llegar a una discusión. Le resultaba bastante amenl poder hablar con el son tanto Drama. Pero su última pregunta lo confundió un poco


—Pues, no es mi empleo soñado. Pero tengo buen horario y buena paga..

— Tanto tiempo en un mismo lugar no es sano. ¿Qué tan largo es tu turno actual de recepcionista? —

Una loca posibilidad cruzó su mente. Era una excusa perfecta para mantenerlo a su lado, ganar su juego y a la vez para conseguir aliados. Quizás si mezclaba todo en su vida saldría un gran resultado. Aunque eso involucraba poner a ambos en peligro, después de todo quizás Desmond llegaría pronto.

— Tuviste un golpe a la realidad. ¿Cierto? ¿Qué tal si te doy otro? Dime, ¿te gusta ser recepcionista?

—Bueno, pasaba todo mi tiempo en la apartamento.. así que técnicamente z tienes razón..


En efecto, habían entrado en un tema delicado, pero Elián sabía que el cambio de aires resultó beneficioso y le dio un punto a su favor a Francesco. Por primera vez se tomó a bien el halago y le respondió con una media sonrisa, sin poder mirarlo.


—Gracias. Creo que ya me hacía falta un golpe de realidad para recuperar esa vitalidad.

—Eso es bueno. A veces creía que en tu anterior trabajo no te daban descansos suficientes. —

Sabía que la mera mención de su anterior trabajo incluía a su anterior jefe y por ende se volvía un tema delicado. Más aún cuando Francesco había tenido que ver con arruinarle esa pequeña felicidad que Elián obtuvo en el lugar. Pero si de algo estaba seguro Francesco era que gracias a ese puesto en la gran empresa tendía un buen curriculum y a Elián le iría bien. De todas formas, no se lo imaginaba en un escritorio.

—Tienes un brillo ahora. Disculpa que lo diga, pero te ves más fresco. El cambio te hizo bien.

—No hay de qué

Dejó que el hecho de haberse visto con Francesco no le afectara demasiado. A fin de cuentas sólo era una conversación formal. Había comenzado a organizar las cosas que tenía bajo el Mostrador en el escritorio cuando volvió a alzar la mirada tras su pregunta. Esperaba no tener ningún problema, pero decidió comportarse como caballero y respondió

—Gracias por la preocupación. La paga es buena, y los horarios me dan más tiempo libre que el anterior..

Un vuelco de su corazón fue la reacción física natural que tuvo su cuerpo cuando Elián bajó la mirada de esa manera, como si ni siquiera le conociera. Sin duda, Francesco se sobrepasó con sus acciones y lo llevó a la ruina. Su culpa disminuyó al verlo mínimo tener un trabajo después del anterior.

— Gracias. —

Decidido a pretender que aquella escena nunca había sucedido, Francesco sujetó entre sus dedos la llave su habitación. Quizás otro día debería avisar de su próxima salida, cuando hubiera otro recepcionista en turno. Ya había dado un paso para alejarse del mostrador cuando se reprochó a sí mismo la cobardía con la que estaba actuando. ¡Él era Francesco Fiore de Acquati, eterno rompecorazones y galán por excelencia! Debía lograrlo costara lo que costara. Así que, gracias a su orgullo y no a su razón, se reacomodó viendo a Elián para dirigirle la palabra.

— No esperaba verte aquí. Es bueno ver que tienes trabajo. Espero te paguen bien. —

—Bienvenido señor Fiore. Aquí está la llave de su habitación. Espero esté disfrutando su estadía.

Fue lo único que salió de su boca mientras le ofrecía la tarjetita que abría la puerta de la habitación.

Tras todo lo ocurrido con mookyul le tomo un poco de tiempo el recuperarse. No más de un par de dias rodeado de la gente que quería bastaron para retomar las riendas de su libertad. En ese tiempo hablo con varios conocidos y consiguió un empleo como recepcionista en un hotel ejecutivo. Su recientemente abandonado empleo en una empresa exitosa había embellecido lo suficiente su currículum como para permitirse el puesto. Había pasado el tiempo en la sencillez de los papeleos y el trato con personas que podía ver ir y venir, e incluso rentó una de las habitaciones para si mismo con el descuento de empleado. Los días habían transcurrido con tranquilidad hasta que le llegaron los papeles de un huésped llamado Francesco Fiore. Había pensado que quizás era una casualidad. Hasta que una noche lo vio entrar en el lobby cargando una bolsa de plástico en una mano, y fue como si ambos se hubieran congelado. Ninguno movió un músculo. Elián tardó varios segundos antes de reaccionar. Bajo la cabeza,