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— Tienes tu desayuno por San Valentín ~~
 
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Elettr · F
Al final no lo retuvo, pero estaba algo curiosa y desconcertada. Si bien sabía que él tenía un carácter de mierda, está vez la sorprendió.

Echó un último vistazo a dónde él estaba segundos antes de su despedida. No, no era de su incumbencia el por qué él estaba así.

— Ya se le pasará...—
—Al fin y al cabo lo son. Hasta no verlas a todas no voy a descansar.

Y era muy en serio.
Sobre todo después de escuchar las maldiciones, su piel empezó a picarle, sintiéndose incapaz de deshacerse de ella.
Lavó el último trasto hasta que se marchó directo a la puerta. Ivar solo le dedicó una última mirada.

—Lamento las molestias de esta noche, hasta pronto.

Se fue, se aseguró de cerrar la puerta detrás suyo. Un último cigarro encendía para su camino.
Elettr · F
Enarcó la ceja acercándole de paso los trastes y demás cosas sucias que dejó cuando cocinó.

— Para alguien que las odia, como que hablas con bastante ilusión de ellas y sus habilidades en la cama. — dio un pequeño suspiro — Hay muchas brujas, muchos aquelarres distintos, Ivar. No todas son brujas verdes, no todas son brujas negras o rojas, no todas son brujas sexuales o vírgenes. Tanto tiempo babeando por ellas...siendo víctima de sus maldiciones... Jm, deberías recordar eso. —
Mientras lavaba los platos escuchó el reproche de la mujer, no dijo nada al tiro, pero lo estaba pensando muy bien. Se ofendió muy fácil.

—Jum, primera vez que una sola cerveza me deja ebrio. Jajaja. Digamos que recordaba a las brujas distinto. Las recuerdo muy audaces en la cama, estaban con varios a la vez.
Elettr · F
Tras sus comentarios, la pelirroja mostró un poco de su verdadera cara, y se mostró ceñuda por primera vez ante él. Y aunque no tenía un espíritu animal en su interior, mostró un poco los dientes con fastidio.

Tras ser soltada se sobó las muñecas tratando de no mostrar el dolor.

— No es como que tengo amantes agendados, Ivar. No me dedico a eso... Pensé que ya lo habías entendido la última vez. Hasta parece que lo dices a propósito...
—Ese tono no sirve ahora conmigo, Elettra. —Anexó con una sonrisa que dejaba ver sus dientes y la lengua que se paseaba entre ellos—, pero no tiene caso, tú no tienes punto de quiebre.

Aburrido soltó a la mujer y se volvió a la comida junto la jarra, tomó la cerveza y bebió de una el contenido.

—Lavaré esto y me iré. Puedes subir y esperar a tus otros amantes. Esta noche no tengo ganas de ser yo.
Elettr · F
"Menudo imbécil está hecho" pensó para sus adentros tratando de mantener la más sincera y noble de las sonrisas. La bestia le caía bien, pero solía pasarse de estúpido en ocasiones. Y por supuesto, ella no apestaba así...

— Iba a decirte que huelo a menta y...— y ni pudo terminar. De pronto la había tomado con a guardia demasiado baja para estamparla. En su interior, ella se sentía enojada, quería gruñir e insultarlo. Pero la máscara que llevaba en ese momento era pura seducción. Se pasó la lengua por los labios.

— No, cariño...¿Qué vas a hacer conmigo? ~~ — considerando su propia desnudez, la piel se le había erizado.
—Sí, apestas a podrido. Pero no fuerte, quizá a un huevo echado a perder. Eso o un animal muerto y mojado.

Se rió para tomar de la cerveza. Pese a saber qué era ella en verdad le daba igual. Y para demostrarlo se levantó y la tomó para estamparla contra la pared. Muñecas apresadas por sus manos a una altura sobre su cabeza.

—¿Y sabes lo que hago cuando encuentro a las tuyas? —Murmuró, y sus ojos se clavaron en los de ella.
Elettr · F
— No me refería exactamente a la cama...—

Siguió operando entre masajes con sus dedos, dando toquecitos en su sien esperando a que relajara el ceño. Su última pregunta si que le hizo dar una fuerte y repentina carcajada.

— No, con una no basta, bestia tonta. — estaba aprendiendo a tenerle más paciencia, más ahora porque lo justificaba con los malos días que ya había tenido.

— Por cierto...¿Sientes ese aroma? — susurró de nuevo en su oreja.
—Sólo fue una vez, fuera de ahí no te he visto.

De la nada se comportaba tan amable buscando reconfortarlo que no le sorprendía si era alguna artimaña. Más no dijo nada, sólo esperaría paciente a que ella decidiera hacer su movida.

—¿O sólo una vez basta para ganarte?

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