La piel de la reina Basilia sucumbe por las fuertes nalgadas que enrojecen sus glúteos, la marca de su mordida queda tatuada en su glúteo y separa sus piernas en lo que su amado rey hunde su rostro en sus pechos que se encuentran hinchados y erguidos por el placer, nuevamente vuelve a recibirlo dentro suyo sacudiendo su cuerpo para complacer a su hombre.
- No me suelte mi señor, nada me haría mas dichosa que darle nuevos herederos...
" En un nuevo arrebato provocado por el placer el Basilio se separa un instante de su esposa retirando del interior de la dama su miembro, la nalguea, se inclina y muerde firmemente uno de los glúteos, la voltea con fuerza, separa las piernas de su hembra, acerca su rostro a los pechos erguidos y excitados de su amada y los lleva a su boca, les aprieta con fuerza los jala, juega con los pezones usando la punta de su lengua, al tiempo que acomoda nuevamente su miembro en la cavidad vaginal de su esposa y le penetra con violencia, le arremete y sacude el cuerpo de la mujer como si fuera su muñeca, le hace conforme su placer y su deseo "
- No pienso soltarte, de tu vientre saldrán los últimos Reyes de la Gran Basilia -
Sus manos se afirman a las vestiduras de la cama manteniendo la postura sumisa en la que su rey la ha puesto, en esa que descansa el peso de su cuerpo en una postura de cuatro manos en donde danza a un danzón que dicta el ritmo el varón Basilio, sintiendo como su hombría se adueña de su ser y va ingresando en sus paredes intimas, siente como marca con sus dientes su cuello a lo que arquea su espalda echando hacia enfrente sus pechos y hacia atrás su rostro haciendo que sus gemidos se vuelvan gritos ahogados de placer en ese lugar donde solo ellos han de compartir la intimidad.
" Él le pertenece a ella y ella existe únicamente para él, besaba el cuello de su mujer el Rey Basilio al mismo tiempo que dejaba en el cuello de la mujer la marca de sus colmillos, placer y éxtasis se combinan, poco a poco las flexiones lentas se vuelven mas fuertes, más intensas, el miembro masculino penetra y se adueña de la intimidad femenina, con fuerza y pasión, el Basilio usa sus manos y eleva un poco las caderas de Elena al tiempo que usa su diestra y empuja la cabeza de la rubia contra la almohada, nalguea nuevamente con fuerza, somete a su reina contra el respaldar de una cama que rechina con cada penetración, el Basilio gruñe y fluye en el cuerpo de su esposa, desahoga sobre ella sus deseos, ira y frustraciones, aquella cama es un campo de batalla. "
Se gira en la cama para quedar boca abajo y es así que permite que su pareja le de una nalgada que resuena en la habitación, siente el peso del cuerpo ajeno sobre el propio y deja que la acomode a su gusto, sus pechos que han quedado colgando ahora se amoldan a sus manos y hecha hacia atrás su cabeza cuando siente su mordida, lista para recibir la hombría de su macho dentro de ella su zona intima se expande recibiéndolo y es entonces que como uno solo van moviéndose en el bello acto, entregando su ser a su rey.
" El varón despega su rostro lentamente de la intimidad de su mujer, relamiendo sus labios recoge con su lengua hasta la última gota del dulce nectar, bruscamente le hace voltear jalando a la mujer de una de sus piernas y le coloca boca abajo sobre la cama, en el instante resuena una nalgada en la habitación, el dragón se coloca sobre la mujer presionando a la dama con su propio cuerpo, usa sus piernas para separar las piernas de la hembra, enrolla en su diestra los dorados cabellos de Elena, Zet muerde el cuello de Elena, rodea con su siniestra el cuerpo de la Basilia y presiona los pechos de la rubia con fuerza, le somete y arrincona a la cama sin darle tregua ni forma de escapar, poco a poco acerca su miembro erecto a la húmeda y caliente cavidad Vaginal, al tiempo que gruñe en su oído, poco a poco le penetra, despacio, muy despacio, disfrutando cada centímetro de su mujer "
Sus dulces néctares no tardan en salir ante el placer al que es sometida por el gran amor, suspiros y gemidos se esparcen por el lecho en donde se entrega aquel hombre, su cuerpo tiembla y sucumbe mas allá de su comprensión, de su razón, sus iris se tornan blanquecinos y su piel nivea se eriza producto del placer que experimenta, sus pechos se hinchan y posan firmes, sus dedos se enredan en la cabellera de su amado y ella enreda sus piernas al rededor de su cuello, sus mieles fluyen por su muslo en un flujo constante al sentir el placer por su lengua que estimula constantemente aquel botoncillo estimulador del placer, por todos los dioses, se siente feliz, plena, como si fuera capaz de dejarse llevar en un mar de pasión guiada por ese hombre al que ama y desea.
" Los dientes afilados del Dragón acarician con delicado tacto la suave y dulce intimidad, poco a poco va en aumento el latir de un corazón que se desborda en deseo y pasión, las caricias suaves y lentas estimulan el sexo de su hembra, no tarda en percibir el dulce sabor de los fluidos de la Reina, cosa que envuelve, cautiva y pervierte, en un arrebato la sábana es quitada pues le estorba, el espejo de la alcoba reflejan las piernas de la reina elevarse por causa del mismo varón, quien no detiene su lengua traviesa, rebusca con suave tacto el clítoris femenino, en el exterior todo se congela, en aquella habitación un volcán que duerme está por hacer erupción, gruñe, muerde y presiona los muslos de su hembra con fuerza, no cabe duda el Rey Basilio es uno como ninguno."
Agradece el cuidado que siempre tiene para con ella su amado dragón, cubriendo su desnudez con el manto de la sábana de la cama, con sus besos provoca que su cuerpo se arquee y su piel se erice, así como de sus labios salgan varios gemidos de placer, mismos que van en aumento, sus manos alborotan la cabellera de su amado que besan sus muslos y entrepierna.
-hmmm mi rey...mi señor... siempre voy a ser toda suya
" Las prendas abrigadas abandonaron la piel de la Reina Basilia, dejando su intimidad y la perfección de sus senos cubiertos apenas por un delicado y detallado conjunto de lencería en color dorado, el Basilio tiembla, le abraza, acaricia con sus manos cada parte de la piel de su mujer, se deja desvestir al tiempo que busca una sábana blanca y la coloca sobre ellos, por el costado de la cama se observa caer la lencería que en un principio adornó la piel de la mujer, desnuda y en su placer, el Basilio desliza su rostro por el vientre de su esposa, desciende hasta llegar a la entrepierna, le hace suya con besos y una que otra suave mordida "
- Tus deseos, mis órdenes y mi placer, Reina mía, para siempre, sólo mía .
