« Back to Album · Next »
Newest First | Oldest First
**Tenía intenciones de golpear el rostro ajeno, aunque no esperaba que fuese tan fácil; tampoco a que aquel se quedase quieto. Un estruendo metálico agudo fue percibido: su puño cubierto por el guantelete de su armadura se encontró con aquel par de brazos cruzados ejecutando una sólida defensa, sí que lo era, evidentemente, pues se trataba de un caballero del más alto rango. Su puño se había salvado de ganar una lesión innecesaria al portar su armadura de bronce, algo dañada (agrietada), consecuencia de sus anteriores combates.

Una sonrisa de medio labio se marcó en su rostro, era justo lo que esperaba, su brazo recién recuperado a penas resistía la tensión al mantener su golpe en aquella defensa. Sin embargo, el flujo de su ofensiva no se detuvo, pues con rapidez su puño izquierdo se precipitó hacia el abdomen en una trayectoria ascendente, buscando impactar mencionada zona, un golpe con suficiente fuerza para ser percibido aún a través del ropaje dorado.**
... ligeramente flexionadas ante el bloqueo, un gesto de la tensión que hacen los músculos de su cuerpo al defenderse, y su cuerpo apenas mueve por el impacto.
Intimidante, decide no contraatacar; simplemente espera a una nueva acción de su contrario mientras un calor tenue se apodera de su ser, como un manto invisible que se posa en su piel para cubrirlo, desde las puntas de sus pies hasta las de sus manos extendidas. **
** La mirada de El Cid permanece sobre el caballero de bronce con fijación, penetrante y seria. Su alta concentración se presta en un momento, con el ceño ligeramente fruncido ante el entusiasmo de sus palabras. Nada más observar la acometida de frente que lleva a cabo, su cuerpo se prepara por instinto, sobretodo al percibir esa velocidad que le hace situarse ante él en un abrir y cerrar de ojos. Sus brazos se alzan rápidamente en forma de equis frente a él para cubrirse nada más verlo sobre él, pudiendo así bloquear con la parte conjunta de sus antebrazos el puñetazo enemigo al subirlos en reacción ágil; un puñetazo que chocaría contra el material de sus piezas de armadura (y que en caso de no llevar él un guante armado, le habrían salido los nudillos adoloridos).
Los ojos de El Cid no pestañean, ni siquiera varían de franja de visión; como si se tratara de una estatua de ojos pintados pero con una mirada afilada que, si pudiera, lo mataría sin más. Sus piernas quedarían...
** — Bien, entonces...

Agregó entusiasta, mientras una confiada sonrisa se dibujó en su rostro; al tiempo en que se lanzó hacia el frente, tomando dirección al caballero de oro, ¿Su intención? acortar la distancia entre ambos, de hecho, su imagen había desaparecido por un instante, reapareciendo frente al contrario. Ahí, lanzó su puño derecho en un feroz puñetazo hacia la barbilla de éste. **
// Siempre lo estoy. //
— Heh heh... entonces así será. Espero y esté preparado, caballero.
// Inténtalo cuando quieras, caballero. //
— Heh... no tengo ese tipo de hábitos como para andar tocando. Aunque el único contacto que habrá será el de mi puño en tu rostro. (?)
// Se mira, pero no se toca. (?) //
— Un santo de Capricornio... Ya veo, así que así luce su armadura y porte.

Add a comment...
 
Send Comment