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— Rol privado.
 
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—Esa gallarda sonrisa la hizo sentir tranquila, ya no había peligro y era mejor seguir las indicaciones sabias de Cassandra. Con una sonrisa un poco apenada, tomó su mano y se recompuso, acomodándose el cabello ligeramente.— Prometido, la próxima vez, no me saldré del camino principal, directo al castillo.

Supongo que Corona es tan especial como me lo habían dicho, incluso sus encuentros son muy... Peculiares. —Porque no era que Ekaterina se metiera en problema tras problema, el azar había jugado con ella dos veces la misma partida y ahí estaba, siendo salvada en iguales condiciones por la misma persona.—

¿Me dejas ayudar? Quizá no soy buena en combates, pero los nudos se me dan bien. —No era algo para enorgullecerse de la nada, pero deseaba ayudarla a poner a los ladrones en una condición aún menos ventajosa, eso si es que despertaban. Cassandra los había dejado tan noqueados que le daba la sensación que no reaccionarían pronto.—

| ¡Ahora discúlpame a mi! Nuestros vicios[?]
Cassandraa · F
[...] —encogió rápidamente los hombros como quien proclama que allí no había más que asuntos de rutina. Lo único insólito en realidad era…—: encontrar dos veces a la misma persona, en la misma época del año, en el mismo sitio... Bueno, eso no es algo que ocurra tan a menudo. —al igual que aquella lejana primera ocasión podría ser su escolta, sí... Pero, claro, luego de amarrar debidamente al par de criminales tendidos boca abajo sobre el suelo.



[sep]

[ Me quedó algo cortito, pero finalmente salí de mi hiatus (y otros vicios -TúYaSabesQué- [?] Jaja). ¡Una enorme, GRAN, disculpa! ]
Cassandraa · F
No era como si nunca hubiese arremetido antes contra un par de ladronzuelos, oportunistas de callejón, con nada más que los puños desnudos y su ímpetu, sin embargo, aquellos dos sujetos, tan robustos como el viejo árbol de Janis Point, habían sido un blanco pesado que obligó a Cassandra a sacudir discretamente su mano derecha para desprenderse de la sensación; una corriente que le había atravesado el brazo desde los nudillos hasta el codo.

Lo próximo que Ekaterina vería, a pesar de todo, sería la enorme sonrisa de ancha victoria que se arrastró en los labios de la joven guardiana.

Puedo olvidar la deuda si prometes que no habrá una tercera —repuso al instante, tendiéndole la misma mano que había dejado ya de aquejarle para ayudarla a ponerse de pie—. Estos festivales son entornos privilegiados para que los delincuentes trabajen en su “oficio”.
—Acorralada, ya estaba dispuesta a quitarse sus joyas para entregarlas, esperando no ser dañada en el proceso, cuando ambos ladrones fueron "noqueados" tan rápido que a penas y pudo entender qué es lo que había ocurrido.

Fue como un relámpago, a penas un sonido hueco y aquellos hombres, altos y fornidos, estaban en el suelo totalmente aturdidos.
¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo?

La voz decidida y firme de Cassandra la trajo de vuelta de su impresión y la hizo sonreír, permitiéndose relajarse hasta casi doblar las rodillas y caer en el suelo, otra vez había sido salvada por la mejor escolta de todas, no solo de Corona.—

Por todos los cielos, te debo mi vida, otra vez. —Sus brillaron con agradecimiento y no dudó ni un segundo en reunirse con ella, antes de que, si existía la posibilidad, los ladrones regresaran en si.— ¿Tienes una habilidad para encontrar a las personas que están en problemas, verdad? No me explico cómo estuviste en el lugar indicado dos veces seguidas, con la misma persona
—Tan ensimismada estaba que no se había percatado de que era seguida hasta que era muy tarde. Intentó que el pánico no la invadiera, si daba vuelta aquí... ¡Más callejuelas! Corona no terminaba nunca y ahora se sentía como un ratoncito dando vueltas en un laberinto, seguido de dos hambrientos gatos.

"No entres en pánico, no entres en pánico". Sus pasos se volvieron veloces, pero maldecida con el don de la torpeza y la desorientación, terminó en un callejón, no podía volver sus pasos y escapar: estaba atrapada.

Esa angustia ya la había envuelto tiempo atrás, probablemente en el mismo lugar, dado que la situación era tan similar que, de no haber estado asustada, se hubiese reído.

La diferencia radicaba en que, la primera ocasión tuvo un guardián, una heroína para ser más precisos, pero ahora estaba sola.—
Cassandraa · F
El golpe de adrenalina que sacudió su cuerpo como un vibrato le arrancó una sonrisa, no sólo de orgullo (al pensar que aquella acción le traería algún tipo de reconocimiento de parte de su padre), sino también al sentirse invadida por la grata sorpresa de aquel reencuentro imprevisto.

¿De nuevo en problemas, eh, 'Lady Ek'?

Cassandraa · F
Al ver la escena que se desplegaba frente a sus ojos, su reacción fue inmediata. La enorme canasta de repostería que había obtenido de Monty acabó en brazos de un desconocido cuando la arrojó a sus manos sin una explicación; sabía de sobra que, si no actuaba pronto, allí habría una víctima.


¡Cuánto odiaba los tacones protocolarios! Tanto que, quitárselos para hacer de ellos un par de proyectiles, había sido la mejor sensación del día. Se deshizo de ambos y de un movimiento limpio cada tacón golpeó la cabeza de los malhechores. Aturdidos, el par que se hallaba a tan solo un palmo de tomar a aquella muchacha por la espalda, volteó para encontrarse con el par de puños cerrados que les daría un pase a la inconciencia.

Se preguntaba si acaso aquella despistada mujer se habría enterado de algo. Despistada, problemática, curiosa en exceso… Sí, a pesar de las sombras que bañaban el callejón, había sido capaz de reconocer a la 'intrépida' Ekaterina. [...]
Cassandraa · F
Criada por el gran capitán de la Guardia Real, Cassandra contaba con ciertos “toques” que una dama de su edad no acostumbraba a poseer. El reconocer una actitud sospechosa era el mayor de ellos; un gran don cuando eres aspirante a esa misma Guardia.

Bastó con ver la actitud de aquel par de sujetos semi encapuchados, deslizándose como dos serpientes al acecho, para comprender que algo no iba bien. Una mirada más minuciosa (porque, naturalmente, había decidido seguirles la pista) alcanzó para corroborar que llevaban al menos un minuto corriendo tras los pliegues lujosos del vestido de aquella señorita, visiblemente de buena cuna, que danzaba perdida por las inmediaciones, alejándose cada vez más del centro.

No había alcanzado a verla, sus largos cabellos se desvanecieron en la oscuridad de un callejón que de inmediato le arrojó una punzada de déjà vu. Pero no... no podía ser o... ¿sí? [...]
Cassandraa · F
Sí, de camino al pueblo, Finalmente fue capaz de respirar un poco de aire fresco. Debía agradecer a la reina Arianna por aquel escape. Estar encerrada todo el día habría acabado con su cordura, de modo que, ir por un encargo a la tienda del viejo Monty había sido como sacarse la lotería en una mañana agitada de la que ya comenzaba a hartarse de ser parte. Cassandra respetaba profundamente las tradiciones del reino, pero aquello se estaba convirtiendo en una auténtica locura. La gente estaba exaltada, más de lo común, y en el fondo no podía culparlos.

Recorrió las calles habituales, más atestadas de gente de lo normal, pudiendo reconocer dentro de la multitud los ropajes excéntricos y emblemas de soberanos a los que se vio forzada a reverenciar: filas de extranjeros, turistas e invitados reales, comenzaban a desfilar por la gran avenida de Corona.

Pero claro, no todo podía ser perfecto. A su agudeza no se le escapaba ni un solo acto criminal. […]
Cassandraa · F
Era temprano por la mañana y aún así su agenda ya se encontraba lo suficientemente apretada. Casi tanto como su humor.

Tras ayudar a Rapunzel a escoger un vestido que se adecuara a las pretensiones de quienes la observarían realizar cientos de demostraciones aquel día, había quedado emocionalmente exhausta. Tener que escoger entre el “verde pradera”, “verde enebro” o “verde pino” no era algo que estuviera en su poder; ¡ella ni siquiera podía distinguir una diferencia sustancial entre todos ellos! «Verde es verde», había sido su sentencia final. Y no lo lamentaba del todo. Ella no era, ni de broma, la mejor asesora de modas del reino.

“Desayuno con los Hervanians, arreglos varios (florales, en su mayoría), demostración protocolaria, de danza, de esgrima, desfile de la Guardia, preparación de vestidos y ve-a-saber-qué-asunto-de-última-hora (de esos que a fuerza nunca faltaban)” eran parte de la larga lista mental que Cassandra iba repasando de camino al pueblo. […]

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