Aquella fobia por mostrar el rostro a la gente se calma calma cuando aquél pedazo de plástico le tapa la cara. Agradeciéndole le pasará aquella máscara aunque lo que arrastra consigo a veces es insoportable no quiere alguien buena cómo Tai salga afectada.
—Oh, claro... — Honestamente esperaba se echada e incluso ¿maltrato? por tanto atrevimiento, sentía que lo estaba molestando. Cuando tomó su máscara con ambas manos ya que tenía cuidado a lo ajeno se quedó mirando, como si quisiera ver más allá de ese plástico. Entender su dolor, curar todo mal porque sentía que cada día sufría. Saliendo del trance se giró para dársela aunque su miraba estaba en otro lado para no verlo.
— Me pasas mi máscara, a veces me siento cómo el Hombre de la máscara de hierro. Que ya se ha acostumbrado tanto a no verse a si mismo que siente la máscara cómo si fuera su rostro.
Siendo Tai la única persona comprensiva, desde aquella chica que no pudo salvar la única hasta ese momento que no salía huyendo.
— Puedes venir a casa cuando gustes, si se te ofrece algo te daré también mi número.
—Lo sé, eres bueno.— Su tono de voz fue un poco más dulce, amable volvió a cubrir esos ojos hasta dejar esa toalla encima de su cabeza para dejarlo tranquila, después de todo Tai no le dio mucha privacidad ya que se preocupó al oír decir aquello.
Aquellos temores arraigados desde que era niño y que le siguen hasta la fecha se calmaron cuando le agarra con la guardia baja y escucha atento aquéllas palabras que hacía tanto tiempo nadie le había dicho y tras un largo silencio responde. —Thank you, no me volví lo que quise por gusto si no por necesidad pero jamás he lastimado a ninguna mujer.
—No temas... — También se acercó para tomar con sus manos los bordes de esa toalla para bajarla un poco más y tener mejor visión de esos ojos mientras el resto de su rostro sea cubierto. A pesar que por accidente vio el rostro de su compañero respetaba su decisión. —Mjm, tienes ojitos bonitos. Eres buena persona.—
Dándose la vuelta con aquél trapo cubriéndole la cara, ya que por muchas razones se tapa el rostro. — Que cosa quieres ver. Pese a tener arraigado esa fobia, se acerca a Tai.
—Por favor, date la vuelta y déjame ver algo.— Pronunció la joven, más bien era una petición para sacarle ese miedo. Además que no temía de hacer el ridículo total de apaciguar el momento, buscaba la forma de hacerle sentir bien.
