Su mirada, ya fuese seria o simplemente perdida, yacía en dirección a lo que ahora era una tableta llena de información extravagante. Por varios segundos, miro estupefacto hasta encontrar su sentido; y entonces, recibió con su debido trato.

A Edwin no le podía importar menos quien o que se condenaba en el mundo, muy por lo que su compañero o su misma mente deseaba engañarse. Y si bien lo hacía en nombre de la "salvación", un objetivo mucho más personal se hacía cizaña en su cometido noble

—No. —Respondió a su primera pregunta. —Solo tú, y yo. —Pequeños favores de un ser en particular. —¿Y bien? Tú los conoces. ¿Qué se necesita para... "asesinarlos", a estos "Other"?

Tan fácil fue convencerlo, al menos desde otro punto de vista. Desde el suyo, algo mucho mejor se creaba.

Una oportunidad.