La inocente Agnes no entendía bien lo que sucedía, y en parte no podía culparla. Le era imposible regresar a la realidad después de cometer tales atrocidades, sin embargo ella representó una pequeña conexión a la realidad; intento sonreír, regresando su regalo en forma de caricias a su cabeza. —Lo hace, gracias —¿Lo sentía, o no lo hacía? Al menos, esa calidez no se retiraba de su pecho; eso, suponía, era suficiente.

Te gusta matar cosas grandes —Había aprendido algunas cosas de su amo mientras lo acompañaba en sus misiones, quizá no había entendido correctamente el mensaje de cada pelea suya pero de todas formas intentaba complacerlo con regalos que consideraba adecuados como un ratón grande.— ¿Te hace un poquito feliz?

Bajo su mirada hacia la minina, siendo influido por la disociación que era materializada por varias misiones seguidas era incapaz de mantener la realidad de la fantasía. El intento fue inocente, algo que un niño haría; le era imposible recobrarse por completo pero... era cálido. —Juguete —Se arrodilló con tal de tomar el ratón, aceptando el regalo de Agnes—. Hoy conseguiste uno grande.

Últimamente siempre lo ve de malas, así que intento capturarle un ratón más grande para ver si lo alegra un poquito.— ¿Juguete?