—Te llevarás bien con los siguientes, entonces —Dejo su respuesta vaga, no sabía si se le informó de su objetivo y él no tenía razones para hacerlo.
Su misión era simple: Unos contratistas deseaban armas, ellos daban dinero a cambio, no obstante, el dinero que daban no era suficiente para estar igualados en méritos; Edwin sería un mediador, y Araune debía negociar los términos para que fueran así. Una simple misión de "negocios", que dependía mucho de qué y cómo reaccionaba a ella su "ubicación".
—Demuestra tu capacidad —Desvió sus claras intenciones y las deformó en un reto a su favor—. Y entonces, ya hablaremos de pesadillas privadas.
De esa forma el retrovisor comenzó a empañarse, la lluvia estaba iniciando; momento perfecto para que la situación fuera encubierta lo mejor que pudiese. Quería ver qué tan capaz era esa adolescente.
Parte de su ser no entendía para nada la necesidad de traerlo a él a esta misión; tenía que probarla aunque, no obstante, aquellos reclutamientos debían estar mejor empleados por la propia rama especializada de "Sigma", aún así, tanto "Padre" como la jefa de ese grupo le pidieron un "favor" y realmente no estaba en posición de negarlo; por mucho que lo odiaba, sabía que tipo de sonrisa tendría "Padre" al enviarlo aquí y eso solo le provocó una leve molestia antes de notar que la chica se colaba a su lado. No podía mentir que tenía la forma elástica de una serpiente, además de para una niña adolescente tener la capacidad de procesar ese tipo de información y seguir sonriendo igual le daba largas señales de peligro, parecía que ninguno de los dos se equivocó en su elección cuando la vieron; sonrió, esto antes de volverla a dirigir sobre la esquina de su mirada al seguir manejando sobre la dirección prevista al objetivo.
Se deslizó del asiento trasero hacia el del copiloto con tanta gracia y rapidez que bien pudo haber sido una serpiente en su otra vida. Araune miró a Edwin mientras acomodaba su figura en la suavidad del respaldo y sonrió ampliamente. Le gustaba ser retada y superar con creces lo que le imponían. Lo había aprendido de su Shishou.
—Hazme llorar entonces —murmuró lo suficientemente fuerte para poder ser oída por sobre el rugido del motor—, me gustan los hombres serios.
Era una asesina. Una recolectora de almas. Una reencarnada. Pero, sobre todo, era una caprichosa adolescente con demasiado poder como para poder temer a las consecuencias de sus actos.
Debajo de su fachada, este repasó sus ojos por encima del hombro hasta notar sus verdaderas intenciones antes de suspirar; era un "demonio", después de todo— Llegaremos al medio día —Recalcó antes de—. Si tan capaz te ves, veremos cómo te va en el entrenamiento. No quiero lágrimas después. (?)
