Las palabras de Byleth como siempre eran sencillas, pero sabias. Edelgard había conocido pocas personas en su vida que podían ser genuinamente nobles, y su maestra era una de ellas. ¿En qué estaba pensando?... Apartó solo una de sus manos, llevándola a su frente, la otra buscó la de la mercenaria para tomarla con suavidad. —Tienes razón, creo que me dejé llevar.— Confesó, pero se notaba a leguas que no era lo único que la Emperatriz quería decir. Aún no estaba lista para decirle lo que sentía. Durante mucho tiempo añoró aquéllas emociones que pensó debían ser negadas a alguien como ella, y ahora sentía que ni siquiera cabían en su pecho.
Edelgard se apresuró y atropelló sus palabras provocando que la mercenaria la mirará con la misma o más confusión que antes. Suspiró y levantó su diestra para poder acariciar suavemente la mejilla de la joven, cerró sus ojos y se encogió ligeramente de hombros. —Estoy contigo, Edelgard. Y ahora se bien que no debemos bajar a guardia, pero así como tu. Claude y Dimitri acuden a mi cuando algo les inquieta, sería poco educado de mi parte pasar de largo e ignorarlos. ¿No crees?
—Lo se, pero...— ¿Pero? ¿Qué decía ahora? Sus labios se apretaron ligeramente mientras su mentón descansaba en el hombro de su maestra, esperando que no fuera capaz de ver del todo la expresión confundida en su rostro. —Pero... Te necesito... Es decir, discutir contigo algunas estrategias de defensa, Hubert y yo. Ambos.— Se corrigió torpemente, más luego tomó la palabra con su usual don de mando. —La reconstrucción de Garreg Mach con nosotros tres aquí no nos exime de que allá afuera aún tengamos enemigos.
La miró confundida por un momento, suspiró y tomó sus manos afianzando el abrazo que la emperatriz había iniciado. —Es mi alumno igual, Edelgard. — No había otra intención en sus palabras, quizás poco entendía también acerca de las emociones y sentimientos que la joven noble manifestaba, obvios, pero para alguien como Byleth... No tanto.
Se abrazó de ella un poco más fuerte. —Has pasado mucho tiempo con Dimitri, maestra.— No respondió directamente, más bien hizo aquélla aseveración, producto de emociones que no comprendía ni controlaba del todo.
