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Quédate quieto, Dimitri.
 
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— No lo serás, El; te prometo que no lo serás, no pasará. —Murmuró tras haberse inclinado un poco, de forma que sus palabras fueran más una confidencia exclusiva para ella, un confort, una tranquilidad. Deslizó entonces su mano de arriba bajo unas dos veces y generó distancia una vez más— Tanto Byleth como yo, estaremos allí para ayudarte a regresar al camino; mira que Byleth es experta en ello. —Soltó una risa, a secas, con una sorna infantil en la que sus propias palabras le habían servido tanto de aliento para ella como a sí mismo— Eres más fuerte que él, que el resto. Vive por tus ideales y defiéndelos férreamente, Edelgard; sigue lo que dicte tu corazón por el bienestar de aquellos a los que reinamos. Lo hacemos para ser amados y odiados por nuestras decisiones, para ser los únicos cuyo sueño ante las dudas mantengan despiertos. Ser quienes otorguen la tranquilidad a todos aquellos que en Fódlan la necesitan.
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... Que ella había empleado. Desde tiempo atrás que en su voz no se reflejaba la duda como ahora.

Mantuvo el silencio entonces, hasta que ella terminó de externar sus ideales, sus temores, sus ambiciones y todo lo que depositaba en esa alianza formada, en esos deseos de ver a Fódlan renacer del caos que la guerra dejaba atrás. El león, dudoso ante sus propias emociones pasadas y las actuales, en conjunto a las de su ex compañera de estudios, terminó por estirar la diestra, con cautela, tras el pequeño cuerpo de la mujer a fin de apoyar la palma sobre su espalda alta, donde le atrajo en un movimiento rápido, quizá no tan suave como habría esperado, pero que consideró podía ser prudente. Por los viejos tiempos… Muy viejos. Era un intento de abrazo, pero las dudas y la cautela tenían razones para continuar existiendo. ¿Cómo iban a confiarse mutuamente la cercanía un tosco abrazo si meses atrás deseaban atravesarse con el calor de sus aceros?
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... También en el literal; pues la necesidad de parar los tormentos de sus fantasmas le orilló a retirarse el ojo por voluntad.

Suspiró, entre una mezcla de emociones que aún conservaba la negatividad pero la necesidad de mostrarse, por una vez, positivo ante ella y lo que acontecería en su futuro: Un Fódlan sólido, unido, donde las únicas batallas que se librasen fueran las que conmemorasen la batalla de las Águilas y los Leones en Gronder como una simple experiencia donde los alumnos de Garreg Mach pudieran vivir la realidad simulada de un combate sin sangre que derramar, vidas que arrebatar y muertos queridos a los cuales llorar. Mantuvo una reflexión entonces, de nuevo, que se acrecentó con el tacto gentil de la mujer. ¿Cuántas veces en su infancia, aquel tiempo de felicidad e inocencia plena, no habían vivido aquello entre juegos y risas? A pesar de que la sonrisa de Dimitri se suavizó por esa añoranza, la melancolía y un ápice de tristeza se acuñaron en él por el tono...
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La forma en que llegó a presionar los labios demostró la incomodidad que llegó a sentir de sus propios recuerdos: Esos amigos que le habían apoyado en todo momento, desde sus épocas estudiantiles hasta su cruzada para recuperar Faerghus, eran los mismos que no le importó utilizar como peones de ajedrez para sacrificarlos en la búsqueda de venganza. Cerró el párpado, con pesadez, y poco después lo abrió para eliminar aquel recuerdo y conservar sólo la comparación de la época estudiantil, aquella que servía de mayor ejemplo para justificar las palabras de la Emperatriz.

— Debo confesar lo mismo sobre ti, te rodeaste de tantas personas que, a momentos, el único miedo que pude experimentar alguna vez fue fallarle a mi padre, a Glen, a todos aquellos que murieron en Duscur. —Y es que aquel mismo temor, de creer que sin una victoria sobre Edelgard, el Imperio y todos aquellos involucrados en la tragedia de años atrás, le había llegado no solo a cegar en el aspecto comparativo sino...
EdelgardVonHresvelg · 22-25, F
—Nuestra alianza es más importante que mis demonios... No quiero perder el camino, Dimitri. Ni dejar de estar a tu lado, y al lado de nuestra maestra para llevar a Fódlan a un nuevo amanecer. No quiero...— Guardó silencio y se mordió el labio inferior. Decenas de pensamientos en su cabeza y las palabras que calló durante tantos años la invadieron. —No quiero ser mi padre.— Atormentado, solo, utilizado como una marioneta por aquéllos que verdaderamente tenían el poder en el Imperio y que todo le habían arrebatado.
EdelgardVonHresvelg · 22-25, F
—Rodrigue era un hombre muy sabio.— Y también, a pesar de toda esa fortaleza que en el exterior podía verse, el león tenía un corazón que también había llorado a sus muertos. Y que era mucho más fuerte que el de ella. —Es... complicado, Dimitri.— La Emperatriz agachó la mirada, las yemas de sus dedos ligeramente presionaron la mejilla del Rey. Su alma atormentada había recibido un bálsamo en esas palabras. Siempre creyó que era su destino cargar con el peso de la muerte de los suyos sobre sus hombros, pensaba era egoísta que esa simple lección la hiciera sentir mejor.

—Reinamos porque somos los únicos capaces de tomar decisiones que serían demasiado duras para el resto. Para eso fuimos educados, ¿Cierto?— Su voz era clara, aunque no logró ocultar un atisbo de tristeza.
EdelgardVonHresvelg · 22-25, F
—Y aún así te rodeaste de amigos que jamás te abandonaron. Debo confesar que en muchas ocasiones tuve miedo.— Siempre creyó que Dimitri era capaz de superarla en fuerza, y que sus unidades tácticas eran por demás talentosas en el campo de batalla. Se veía a si misma atravesada por esa poderosa lanza, arrebatando su vida, exhalando el último suspiro. Fallando... Pero ya no debía tener esos pensamientos sombríos. Habían logrado sobrevivir y traer la paz a Fódlan, habían hecho a un lado sus diferencias por el bien de la nación, y sin la influencia de Rhea, estaba segura de que un día lograría que el Rey comprendiera sus ideales.

Un suave suspiro brotó de los labios de la Emperatriz cuando sintió que la mano de él cubría la propia, le provocó cierta ternura ver como ella era demasiado pequeña en comparación, y aún así esas manos fuertes actuaban con delicadeza cuando el momento lo ameritaba.
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... Montón de cadáveres y vive por Adestria y su gente, por esta Alianza, por Fódlan... Por Byleth.
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... Mismo instante en que su mano, que aún estaba en el hombro de Edelgard, pasó a colocarse sobre la mano de ella.— Pero si lo estoy haciendo ahora, es porque he pasado por algo similar antes. Rodrigue... —Carraspeó. La expresión de su rostro se ensombreció un momento y presionó con fuerza el puño de su mano libre en búsqueda de calma para sí mismo.— Rodrigue me dio un sermón similar alguna vez, él dijo... —Cerró el párpado para ocultar el ojo ante la imagen que acompañó aquel recuerdo. Tomó aire, lo soltó con cierta pesadez y buscó una vez más crear una unión entre el azul de su ojo y el amatista de los femeninos.— Él dijo que debía vivir por mis ideales antes de permitir que los fantasmas de mí pasado siguieran atormentandome. Así que, El, vive. Vive para que nuestra alianza permita ser grande a Fódlan una vez más; deja de atormentarte por decisiones que la batalla te hizo tomar. Ellos no volverán nunca más y no podrás remediarlo, así que deja de atormentarte por un...
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La alianza sin duda era la mejor opción para Fódlan, para ellos sin duda también y, para llegar a una relación aún más fructífera, era consciente que debían dejar atrás todo aquello que les había motivado a llevar una batalla de unos contra otros, donde la sangre de soldados, amigos y compañeros había dejado un nuevo color sobre las tierras fértiles de sus reinos. Casi que por mero instinto, aún existente pese a todo, Dimitri no evitó alertarse ante el tacto de la Emperatriz. Frunció el ceño y llevó su vista sobre ella para escudriñar cualquier acción futura, como previsión, aunque aquello fue más de lo que en sus ideas llegó a formarse. El león, ya más relajado, soltó una risa breve que ahogó al momento en que bufó con fuerza.— Es difícil de creerlo considerando que siempre tenías ideas y acciones más oportunas que las mías.—Tensó los labios para formar una sonrisa plana e incluso levantó las cejas antes de rodar su mirada. Sin embargo, no tardó mucho en regresar a ella al...

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