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Caminó junto a Dimitri detrás de la maestra y a pesar de su estoica personalidad, el rostro de Edelgard era incapaz de ocultar la preocupación que sentía por ella. ¿No eran demasiado frecuentes esos dolores de cabeza?... De reojo miró al príncipe antes de que la antigua mercenaria le cediera el paso al interior de la habitación. Quizás podría hablar con él al respecto cuando ella durmiera. —Solo es una idea, pero, Petra podría preparar algo para ayudarte a dormir mejor. He sabido que en Brigid tienen numerosas e interesantes recetas con plantas medicinales.
 
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EdelgardVonHresvelg · 22-25, F
Estar de acuerdo con Dimitri era algo que en demasía le parecía incómodo, pero él tenía razón, era una cuestión extraordinaria y tenían que dejar de lado esa rivalidad natural entre el águila y el león. Cerró los párpados por un segundo, exhalando un suspiro, antes de volver a fijar su mirada amatista en su maestra. —Es verdad. No aceptaremos una negativa por respuesta, maestra.— Ambos eran demasiado obstinados cuando se lo proponían, muchos opinaban habrían resultado una gran alianza. Se acercó a la cama de la profesora y acomodó la almohada y las sábanas para que estuviera lista para ella. —Mientras concilias el sueño podemos hablar de algunas cosas. Por ejemplo... ¿Cómo te has sentido desde que llegaste al monasterio?— Señaló una de las sillas con su mano para que Dimitri tomara asiento y ella hizo lo propio, más bien parecía el porte de una reina sentada en su trono que en una simple silla de madera.
 
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