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Caminó junto a Dimitri detrás de la maestra y a pesar de su estoica personalidad, el rostro de Edelgard era incapaz de ocultar la preocupación que sentía por ella. ¿No eran demasiado frecuentes esos dolores de cabeza?... De reojo miró al príncipe antes de que la antigua mercenaria le cediera el paso al interior de la habitación. Quizás podría hablar con él al respecto cuando ella durmiera. —Solo es una idea, pero, Petra podría preparar algo para ayudarte a dormir mejor. He sabido que en Brigid tienen numerosas e interesantes recetas con plantas medicinales.
 
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EdelgardVonHresvelg · 22-25, F
También le causaba curiosidad todo lo que su maestra pensaba. Ella era para todos un misterio, había trabajado como una mercenaria en la banda de su padre durante toda su vida y la princesa estaba segura, además de su destreza en batalla tenía mil historias de vivencias pasadas. Aquélla charla que a pesar de que la compartía con su rival, le parecía por demás agradable, se notaba en su postura que no era tan rígida, los hombros relajados y las manos una sobre la otra en el regazo.

Asintió a Dimitri cuando se dirigió a ella. —Aquél día contra esos bandidos, cuando la profesora evitó que me asesinaran.— Atesoraba ese momento como uno de los más valiosos de su vida. —Jamás podré agradecer lo suficiente que hayas puesto tu vida en riesgo por una desconocida.— Llevó la mano derecha al pecho, haciendo una ligera inclinación con su cabeza. —Pero, la pregunta de Dimitri, a mi también me interesa mucho conocer la respuesta, maestra.
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¿Recuerdas* cuando conocimos a la maestra?
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Su mirada paseó un par de veces entre ambas, profesora y Edelgard, mientras que mantenía silencio. Aquella preocupación y cuidados que la futura emperatriz de Adestria dejaba entrever distaban en cierta manera de la actitud que solían mantener pero, de cierta forma, existía un pequeño confort al saber que existían para un bien común como lo era Byleth. Fue entonces que, tras la invitación, tomó asiento aunque mantuvo las manos entrelazadas tras apoyar muy apenas los codos sobre el descansa brazos. Con el dorso ligeramente inclinado hacia el frente, prestó atención a la conversación, dejando sus ojos azules observar a la maestra.— Profesora, ¿alguna vez pensaste que te llamarían así? Quiero decir —Hizo un ademán pequeño, con la derecha, para tratar de orientar mejor sus ideas y palabras.— ¿Alguna vez pensaste que podrías transmitir tus conocimientos de batalla a estudiantes como nosotros? —Hizo una pausa, breve, en la que giró un poco la cabeza para observar mejor a Edelgard.— ¿Recuerd
BylethEisner1570052 · 31-35, F
De verdad no había manera en la cual ellos dos aceptarán la petición de la maestra. Ellos dos habrían sido un gran equipo de no ser que en su sangre corría una inevitable rivalidad. Suspiró y sin reprochar se recostó en la cama que Edelgard preparó para ella, apoyó ambas manos en su vientre y suspiró. — No puedo contra ustedes... — miró a Edelgard un momento, pensó su respuesta. —Me he sentido... Bien, es diferente a la vida que por muchos años lleve junto a mi padre pero me alegra que todo ese conocimiento me sea útil para guiarlos a todos ustedes. —
EdelgardVonHresvelg · 22-25, F
Estar de acuerdo con Dimitri era algo que en demasía le parecía incómodo, pero él tenía razón, era una cuestión extraordinaria y tenían que dejar de lado esa rivalidad natural entre el águila y el león. Cerró los párpados por un segundo, exhalando un suspiro, antes de volver a fijar su mirada amatista en su maestra. —Es verdad. No aceptaremos una negativa por respuesta, maestra.— Ambos eran demasiado obstinados cuando se lo proponían, muchos opinaban habrían resultado una gran alianza. Se acercó a la cama de la profesora y acomodó la almohada y las sábanas para que estuviera lista para ella. —Mientras concilias el sueño podemos hablar de algunas cosas. Por ejemplo... ¿Cómo te has sentido desde que llegaste al monasterio?— Señaló una de las sillas con su mano para que Dimitri tomara asiento y ella hizo lo propio, más bien parecía el porte de una reina sentada en su trono que en una simple silla de madera.
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Una vez ambas entraron en la habitación, hizo lo mismo, pero se mantuvo más cerca de la salida para cumplir esa pequeña promesa de cederle la primer guardia a Edelgard. Cruzó los brazos en una actitud firme y su mirada se dirigió entonces a su profesora, podía notar lo molesto que resultaba aquel malestar. Apartó entonces la mirada, con pesar y terminó por negar.— Permaneceremos aquí, fuera, como hemos prometido, maestra. Será más sencillo que uno de nosotros le lleve con la profesora Manuela o vaya a buscarle en su lugar. —Entonces llevó su mirada a Edelgard, no sólo había que rendirse por un momento de esos constantes choques y batallas algo absurdas, debían unir fuerzas por un bien común.— Creo que estamos de acuerdo en que esta es la mejor decisión, ¿cierto, Edel?
BylethEisner1570052 · 31-35, F
Eran sin duda firmes en sus decisiones y por eso es que le resultaba imposible negar sus peticiones una vez que se les metía en la cabeza una idea. Respiró profundamente y retrocedió hasta tomar asiento en la cama apoyando amba manos sobre sus piernas. — Estaré bien, Edelgard. — dolía, una punzada nuevamente la hizo cerrar sus ojos por un momento. No quería tés ni nada por el estilo, consideraba que sería más que suficiente descansar. —Dimitri, Edelgard. Pueden ir a sus dormitorios, si algo sucede llamaré a la Profesora Manuela para que me asista.

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