- ¡Edward - san! -

Después de un largo tiempo de no saber nada acerca de el alquimista de acero casi por azares del destino la pequeña Sailor le había visto caminar a través de las grandes calles de la ciudad de Tokyo, entusiasmada corría a su encuentro mientras una enorme sonrisa adornaba sus labios, sus pasos eran torpes y distraídos y estaba tan enfocada en llegar hasta el que no se percato de la presencia de su gatita Luna la cual se encontraba recostada sobre el suelo, su pie derecho le aplasto la cola en un descuido y fue a estamparse contra el suelo de manera torpe.