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En su reciente llegada a casa, el olor dulce desde que abrió la puerta asaltó sus fosas nasales. No era raro que ella cocinara pero, sí era nuevo para él saber que podría estar preparando un pastel o algún postre en particular.

— ¿Lu? — Añadió en voz alta, buscando saber si la mujer seguía metida en la cocina a pasos lentos aproximándose apenas a la entrada de esta.
— Acabo de llegar, ¿qué estás haciendo?
 
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EE1546593 · M
[code]— ¿Ah?, creo que no la he probado nunca. —

Se asomó, apresurando el paso para llegar a un costado de la mujer. Dejó las manos apoyadas sobre la barra de la cocina, misma que examinó de principio a fin sorprendido por el orden de cada ingrediente sin encontrar meramente un desastre de mezclas alrededor. Quizá así lo visualizaba porque era algo que esperaba de sí mismo al entrar a un espacio como la cocina.

En un pestañeo, el pequeño dedo de la castaña presionó su boca con un trozo de la tarta entre sus dedos. No era de rechazar ofertas cuando de comida se tratase, además de que cabía mencionar que olía delicioso. Abrió la boca dispuesto a recoger aquel pequeño pedazo, dejando la diestra sostener la muñeca de la mujer.

Saboreó, analizó al masticar, y después tragó; era una explosión de sabores.
—¿Mh? —Le observó, con un brillo peculiar en los ojos.
—Está exquisito.[/code]
LAs1550684 · 36-40, F
Tenía el día libre y decidió aprovecharlo, cosa extraña viniendo de ella. En algún momento de la mañana, encontró un viejo recetario que parecía pertenecer a algún miembro distante de la familia y, con tanto tiempo a su disposición, decidió hacer recuento de los ingredientes con que contaba para hacer real alguna de esas recetas. Dio con una particular; tuvo que cambiar algunos ingredientes y un par de mediciones pero la esencia siguió siendo la misma.

Se llevó un dedo a la boca a la par que el mancebo pasaba por el arco de la cocina. Ah, el sabor era bastante decente, aunque seguía medianamente oxidada.

—¿Te gusta la tarta de zanahoria? —le atajó con su curiosidad—. Si le pongo algo encima, quizás pueda lograr que destaque un poco más.

De ahí, pasó el delicado dedo por un borde pequeño de su obra culinaria y volteó ella, acercando su yema a los labios del recién llegado.

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