"Sólo traeme café." así de sencillo y cortante despidió a la mesera de su área, ateniendo por supuesto a un breve contacto visual para evadir reclamos éticos y de educación. En seguida, clavó de nueva cuenta su escudriño turquesa contra ella - En realidad nunca terminé de entender qué fue lo que sucedió entre Altair y yo. Conozco su historia y sus rumores, pero al parecer resulta más complicado de lo que creí. Además nunca le di la oportunidad de hablar demasiado, ese fue mi error. - torció levemente los labios, sobándose el inferior como si eso le diese mayor capacidad de pensar. Supuso que el verlo totalmente en blanco, animó a la menor a hablar - Quizá sea ese el principio por el que las armaduras son capaces de recordar... - elevó sus dos cejas con sorpresa tras conectar la lógica de ella con su propio contexto - Si eso es verdad, ¿la Diosa por la que existen les ha dado un propósito? Si el destino es el que me dicta como su protector tiene que haber una razón, ¿cierto? ¿Cuál es? -