- No tienes que darme explicaciones que no te pedí, niña "parte de Altair", mejor dime tu nombre. - comento con su tonalidad severa y perpetua de voz, aunque con un deje de tranquilidad que podía percibirse por no haber posado sus ojos contra la titubeante infante tras de si. El contradictorio lenguaje corporal del escorpión resulta ser siempre el primer motor para armarle un gran caos por su comportamiento, pues así como ahora, queriendo dar a entender su desinterés por una conversación complicada, podía también estar transmitiendo rechazo. - Ademas de que no me has respondido lo que te pregunte. ¿En que pensabas? - viro en una esquina, confiado de ser seguido por la menor. De improvisto se detuvo, levantando un poco la mirada hacia un toldo verde profundo con letras blancas - ¿Ya desayunaste? Te invito... - señalo la localidad presumiendo intelectualidad, romanticismo y café.