/Supuso que con eso habría tenido suficiente de momento, así que tan solo ha asentido en cuanto le ha oído. Ahora ella no sabe en qué se había metido solo por una mirada de súplica. No podía hacer mas que cumplir con lo prometido; no iría a decepcionarla.
— Zeve interpretaba las miradas evasivas de la mujer como timidez, y sus frases cortas y directas como parte de su enigmática personalidad. Pero no se sentía intimidada por esto, todo lo contrario. Mirándola vuelve a sonreír, alzando la mano como una despedida. —
/Apartó la mirada después. Las caricias no estaban del todo mal y, aunque no acostumbraba a cualquier tipo de adulación, las de Zeve eran bien recibidas... Viéndolo desde otra perspectiva, al menos así podría aportar algo en aquel lugar aparte de solo su presencia, quizá un modo ligero de pagar el hecho de que esté viviendo en el hogar de ellos.
— Sus yemas le hacen cariño por breves instantes más, después la suelta suave. Tenerla allí era bueno, no solo por la agradable compañía que encontraba Zeve en ella, también los pequeños del hogar se sentían a gusto con Ekaterina. Y si, la respetaban por el llamativo aspecto de la mujer. —
/Quedó inerte por unos instantes, sutil sorpresa abarca el que le tomase tan de pronto a raíz de un favor que necesitaba. Iba a negarse en un principio, después de todo parecía ser una molestia tener que ayudarle con algo similar... Aunque, suponía que no sería la gran cosa, sobre todo si era observada de esa manera. Suspiró, rindiéndose fácilmente al pedido de la más baja.
— No podía pasar por alto ese movimiento que captó su atención de inmediato. Era un encanto cada vez que veía su cola moverse, reaccionando a su manera.
Zeve pronto tiene una idea y con delicadeza, toma una mano de Ekaterina entre las suyas, elevandola a la altura del pecho con una mirada suplicante.—
¿Podrías ayudarme con los niños? Tú no tienes que hacer nada más que estar a mi lado cuando les regañe.
