- Una perdida caricia sobre la impregnada piel dejó, el pulgar se encargó de escarbar en la carmín esencia, fresca y con el grito de su dueño ahogado en su quieta presencia. La lejanía llegó eventualmente, segundos duró tal unión y luego de esto una sonrisa amena a ella le dedicó, demasiado amable ante sus vacuos ojos.
- Observó de reojo los falanges estacionados en segundos sobre la salpicadura de sangre esparcida en su pómulo. Un roce sorprendentemente gentil para la sombría escena, su inexpresividad contrastaba con el silencio sepulcral que arrastraba consigo desde que había puesto un pie en aquella habitación.-
