[code]La diferencia es elemental: Los monstruos hacen <<Rawwr>> y claramente yo no. [/code] El uso de la onomatopeya fue tan surrealista que incluso era inesperado para el Hijo del Viento, que jamás tuvo demasiada vergüenza para la tontería. Se sentía muy bien, como si tuviera en su boca un gusto que hace mucho no podía, para colmo, las manos de Einar eran muy suaves con él, por lo que no podía quejarse, sonreía con esos ojos amarillos que poseía, muy distintos a su verde usual.

[code]¿Que tengo? Bueno, debe ser cara de monstruo. [/code] Y por supuesto, es que ante la idea de ser tirado con agua es que reacciono como mejor pudo: Contra esos dedos. Intento velozmente morderlos, sin ser doloro, pero si firme como para intentar capturar a al menos a uno de ellos con "ferocidad" y retenerlo.

— ¿Cuál es la diferencia? — Se anticipó a hablar, puesto que el comportamiento del hijo del viento cada vez parecía más preocupante aunque en el sentido meramente de sus actitudes enérgicas. No era que no le agradase, diría que era necesario en la balanza entre su propia amargura y los aires alegres que este arrojaba. Jamás pensó que el azúcar sería el combustible de aquel motor, y probablemente había ''echado de más''.

Ahí lo tenía restregándose cual mascota buscando atención de su dueño, realmente su piel estaba entibiecida.
— Recuérdame no darte azúcar tan seguido, sólo mírate. — Suavemente palpó ambas mejillas hundiendo las yemas de sus dedos bajo su mandíbula.
— Quizá con agua fría en el rostro se pase.

[code]¿Por qué? ¿Te asusto? No soy un monstruo, soy Rhaamael. [/code] Dijo con casi inocencia, mientras quedo en lindes de su propia comodidad. Se le veía risueño, con deseos de aún más dulzor, se sentía como quien le da un buen trago a un vino exquisito luego de mucho tiempo. Le producía cosquillas en toda su alma, por eso su excesiva susceptibilidad al ambiente le tomó por sorpresa.

La cercanía de Einar por otro lado, le fue agradada pese a todo el tiempo estar conflictuada era ahora muy agradable para él, si se viera como apoyaba su rostro en una de esas manos, dejándose presionar aún más, mientras rodeaba esa diestra con las dos propias, atesorándola y restregándose cual felino en ella sin importar que tan ridículo se viera con la cara así, quería trasmitirle su calor, que podía considerarse un poco más cálido de lo usual en su temperatura facial.

[code]Estoy bien, me agrada el calor, dame un poco más, Einar. [/code]

— Me das miedo en ocasiones, ¿sabes? — Arqueó una ceja abrazando la caja una vez terminó por ''alimentar'' al moreno. Definitivamente se estaba arrepintiendo de haberle dado azúcar, se colocó tranquilamente de cuclillas cuando éste se dejó caer al suelo. Ahí estaba mirándole curiosa como quien inspecciona a una criatura de otro mundo, aunque claro, ella exageraba en dicho término rondando por su cabeza.

Quiso comprobar lo mencionado de su temperatura, por lo que dejó a un costado en el suelo la caja de dulces y llevó sus manos para apretar las mejillas coloradas de éste en un estruendoso choque hasta abultarlas y protegerlas e infringir presión con sus palmas.
— ¿Arde?, ¿estás bien?

[code]Quería molestarte. [/code] -Pese a exagerar, el azúcar tenía un real estímulo en él. Los Hijos del Viento solían ser exclusivamente susceptibles a esas cosas, casi, casi ebrio. Le dejó tomar la caja, ya que sí comía más iba a quedar (aún más) tonto-

[code]Mi cara arde. [/code] -Sentía el fervor estímulante que le ponía casi infantil, se dejó caer al suelo quedando rectamente sentado. Pese a su gran y firme fisonomía, su afán por presionar sus propias mejillas con ambas palmas para quizás intentar encontrar un poco más se azúcar de su boca le hacía alzar sus ojos verdes hacía ella. [code]Adoro los dulces, gracias Einar [?] [/code]

Ahora en su mente quedaba claro algo; ''No darle azúcar en exceso a Rhaamael''. Le observaba desde su posición pensando en si dar un paso atrás o quedarse a experimentar lo que era desatar a un monstruo con un poco de dulce en la boca.¿Acaso la pérdida de memoria estaba incluida en ese trance?, era demasiado.
— Eh... Yo te di esa caja de dulces. — Dejó las manos sobre la caja, se la iba a quitar por su bien. (?)
— E-Es decir, sí. ¿Me das la caja?, los quiero probar.

-Estaba más que perdido en el sabor, se deshacian en sus labios y entre sus dientes. Tenía la cara más atontada que cuando bebía licor, e incluso movía su rostro de lado a lado entre extrañas expresiones de satisfecho, dejando que uno de sus mechones blancos ladeara por toda su cara. Incluso el malhumor se le había ido. Aunque había olvidado algunas cosas-

[code]¡Ah! Einar...Sigues aquí.[/code] -Le dijo ¿Estaba ebrio? Quizás, ebrio de azucar. Su risilla era cómplice, mientras que abría sus verdes ojos, atento al extenderle la caja- [code]Prueba estos dulce, son muy buenos ¡Me encantan![/code]

— Oh no, pobre Rhaamael. — En un tono amargoso, más bien apático fue que recitó aquellas palabras mientras lo miraba degustar los caramelos en forma de corazón dados a éste. De alguna forma se arrepentía después de esa respuesta de haberle dado la caja, siempre tenía una forma de cobrársela contra ella.

Por lo menos le habían gustado, la expresión en el rostro ajeno provocó una involuntaria curvatura en sus labios cubriéndoles apenas con la diestra.
— ¿Verdad?, se deshacen en la boca y tienen un sabor delicioso. Debo decir, que tienes suerte de que te haya invitado unos cuant... ¿Me estás escuchando? — Ladeó el rostro curiosa, ¿estaba en un estado de trance o algo similar por el azúcar?

[code]No puedes bromear con comida conmigo, sabes que soy un poco goloso...[/code] -Cruzó los ojos contra ella, quería sonar lo más pobre, lo más sufrido pero al final, cuando ella le extendió la caja fue que sonrió al tomarla.- [code]¿Tan rápido? Esperaba más tortura...[/code] -La verdad es que no, si le sorprendió su jugarreta pero su orgullo siempre primaba. Tomo uno de ellos, y casi que al morderlo olvido los problemas con un gesto tan agraciado como repleto de jubilo, cerrando los ojos para perderse- [code] Es tan...¡Delicioso! [/code]

— ¡Era sólo una broma!, toma. Puedes agarrar cuantos quieras. — Tras haber dejado escapar una suave risa, extendió hacia él la caja donde aún quedaban bastantes de los caramelos que había degustado con anterioridad la nórdica.
— Veamos cuántos puedes comer sin atragantarte.