MɩtoꙆoɠɩ́ᥲ Nóɾᑯɩᥴᥲ ✧ Dɪᴏsᴀ ﹠ Vᴀʟᴋʏʀɪᴀ.
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NV1574672 · M
[code]La ámbar mirada del hombre observó, en primera instancia, como la nieve se mecía con una sutil gracia para envolver los cadáveres como si una fina frazada los cubriera para ocultar la masacre que vivieron. Seguidamente, las luces aparecieron y alumbraron el oscuro bosque que los rodeaba, marcando un bello momento donde el corazón humano se enternecería por la bella escena y cualquiera podría haberse arrepentido de acabar con esas vidas; todos a excepción de Nevan. Se limitó a mirar en silencio, escuchando las palabras de la mujer que no hicieron más que provocarle asentir la cabeza por simple reflejo y para hacer notar que estaba escuchando. Más esas palabras no serían algo que cambiaría su peculiar forma de ver el mundo; aquella retorcida manera que se limitaba a la simpleza de vivir sin importar que vidas arrebatara. Tenía un objetivo por el cual vivir, por ende, lo llevaría acabo sin importar cuanto tiempo le tomara. Sin importar que su cuerpo quedara desgastado con tantas batallas. Todo porque su promesa era todo para él, ayudándolo a sobrellevar su pesado pecado que cometió ya hace bastantes años.
Soltó un suspiro de alivio, dejando que los labios se separaran unos centímetros para exhalar suavemente. El arma había sido retirada de sus manos y se sentía más cómodo de esa forma, pues las memorias que vivían dentro se desvincularon de su propia alma. Por ende, pudo recuperar su postura tranquila y sentirse mejor sin las emociones que lo acobijaron durante la rápida batalla. Alguien con una mente frágil podría haberse sentido abrumado por tan potentes sentimientos y deseos dentro del arma, pero Nevan no mostró ningún tipo de titubeo; nunca lo hacía. Su corazón se había endurecido por esa razón; anhelos y sueños vivían en cada arma que enlazaba. Sentimientos ajenos que lo hacían sentirse débil, y esa debilidad no lo mantendría vivo en la cruda realidad.
— Gracias. —siempre tenía esa costumbre de agradecer las palabras de aliento. Su hermano mayor le había instruido que siempre debía mostrar respeto por eso, y siendo su ejemplo a seguir de niño, se volvió una costumbre arraigada muy dentro de él. Sabía muy bien que podría haber sido más rápido al desatar toda su capacidad, pero no quería quedar exhausto por una simple batalla contra bestias poco inteligentes. No obstante, y volviendo a ella, no le molestó ese vacío rostro. Estaba acostumbrado a ese tipo de tratos, pues siendo un viajero sin hogar, tuvo contacto con toda clase de personalidades.
La mujer retomó la caminata por la vereda hacía una asfixiante y abrumadora oscuridad, pero no sintió ninguno de esas dos características. Al contrario, una reconfortante luz comenzó a cegarlo con cada paso que daba. No esperó ese abrupto cambio, por lo que empleó la diestra para filtrar los rayos de sol que golpeaban su anatomía, siendo más molestos los que chocaban contra su rostro. No tardó en acostumbrarse, bajando la mano y observando el cambio que surgió entre la luz. Todo tenía más vida a comparación al tétrico bosque de donde yacían hace unos segundos. Escuchaba los animales corretear, el follaje menearse con la suave brisa y el agua de la cascada fluyendo por el riachuelo. Desconocía si habían empleado una especie de portal para llegar ahí o simplemente era un lugar oculto entre las tinieblas, pero sin duda era impresionante todo el panorama.
— ¿Bienvenido...? ¿A dónde exactamente? —cuestionó con cierta curiosidad que pudo notarse en su entonación. Desconocía a que se refería con limpiarse, pues la sangre no le ensució como a ella a pesar de estar más cerca. Aún así, y con una pequeña sonrisa, se acercó al agua para ver su reflejo sobre el cristalino liquido. Lentamente fue retirando las piezas de la armadura de metal, seguidamente con la bufanda rojiza y terminó con el chaleco de cuero endurecido que servía como protector de su torso. Ahora, con las manos desnudas, tomó un poco del agua al acunarla sobre sus palmas. Poco a poco fue limpiando su rostro y su cuello, siendo los brazos los siguientes una vez terminara. Era una limpieza rápida, sí, pero no tenía pensado llevar un aseo más afondo frente a ella. Y no era por timidez, simplemente no era algo ético dentro de sus enseñanzas como antiguo príncipe. [/code]
Soltó un suspiro de alivio, dejando que los labios se separaran unos centímetros para exhalar suavemente. El arma había sido retirada de sus manos y se sentía más cómodo de esa forma, pues las memorias que vivían dentro se desvincularon de su propia alma. Por ende, pudo recuperar su postura tranquila y sentirse mejor sin las emociones que lo acobijaron durante la rápida batalla. Alguien con una mente frágil podría haberse sentido abrumado por tan potentes sentimientos y deseos dentro del arma, pero Nevan no mostró ningún tipo de titubeo; nunca lo hacía. Su corazón se había endurecido por esa razón; anhelos y sueños vivían en cada arma que enlazaba. Sentimientos ajenos que lo hacían sentirse débil, y esa debilidad no lo mantendría vivo en la cruda realidad.
— Gracias. —siempre tenía esa costumbre de agradecer las palabras de aliento. Su hermano mayor le había instruido que siempre debía mostrar respeto por eso, y siendo su ejemplo a seguir de niño, se volvió una costumbre arraigada muy dentro de él. Sabía muy bien que podría haber sido más rápido al desatar toda su capacidad, pero no quería quedar exhausto por una simple batalla contra bestias poco inteligentes. No obstante, y volviendo a ella, no le molestó ese vacío rostro. Estaba acostumbrado a ese tipo de tratos, pues siendo un viajero sin hogar, tuvo contacto con toda clase de personalidades.
La mujer retomó la caminata por la vereda hacía una asfixiante y abrumadora oscuridad, pero no sintió ninguno de esas dos características. Al contrario, una reconfortante luz comenzó a cegarlo con cada paso que daba. No esperó ese abrupto cambio, por lo que empleó la diestra para filtrar los rayos de sol que golpeaban su anatomía, siendo más molestos los que chocaban contra su rostro. No tardó en acostumbrarse, bajando la mano y observando el cambio que surgió entre la luz. Todo tenía más vida a comparación al tétrico bosque de donde yacían hace unos segundos. Escuchaba los animales corretear, el follaje menearse con la suave brisa y el agua de la cascada fluyendo por el riachuelo. Desconocía si habían empleado una especie de portal para llegar ahí o simplemente era un lugar oculto entre las tinieblas, pero sin duda era impresionante todo el panorama.
— ¿Bienvenido...? ¿A dónde exactamente? —cuestionó con cierta curiosidad que pudo notarse en su entonación. Desconocía a que se refería con limpiarse, pues la sangre no le ensució como a ella a pesar de estar más cerca. Aún así, y con una pequeña sonrisa, se acercó al agua para ver su reflejo sobre el cristalino liquido. Lentamente fue retirando las piezas de la armadura de metal, seguidamente con la bufanda rojiza y terminó con el chaleco de cuero endurecido que servía como protector de su torso. Ahora, con las manos desnudas, tomó un poco del agua al acunarla sobre sus palmas. Poco a poco fue limpiando su rostro y su cuello, siendo los brazos los siguientes una vez terminara. Era una limpieza rápida, sí, pero no tenía pensado llevar un aseo más afondo frente a ella. Y no era por timidez, simplemente no era algo ético dentro de sus enseñanzas como antiguo príncipe. [/code]