-Sacarla del inframundo no había sido lo que él esperaba, del modo en que fuera ahora la tenía entre sus brazos, maltrecha y casi sin vida, maldijo una vez más a Hades, y su estúpida falta de juicio, había encargado a uno de los supuestos hermanos de la diosa, se hiciera cargo de Arce, a él solo le importaba la mujer entre sus brazos, no dejaría que volvieran a dañarla, ahora debía recoger cada pedazo y esperar por qué volviera completa a él-
-Su voz, aquella voz que le hacía recobrar un poco de sus fuerzas, era un eco a su escucha, pero la reconocía sin dudarlo. Pese a que sus movimientos podrían causar alguna otra lesión, buscó con una de sus manos y con apoyo de su mirada borrosa, tener un poco de cercanía al cuello de aquella deidad que le tenía en brazos, su pareja. Lo limitado que era su tacto le ayudó a ir asimilando que ya no se encontraba en Tártaro, que ya no veía una completa oscuridad, sino la única oscuridad que ha permitido que se adueñe de su vida, el primordial.-
¿Dó..nde estamos?
-Su voz, entrecortada, pareciendo un suspiro tenue como si le estuviera hablando en secreto para que nadie más pudiera escucharles. No había duda que hasta gesticular alguna palabra era todavía un complicado por las punzadas y dolores físicos.
