-Sacarla del inframundo no había sido lo que él esperaba, del modo en que fuera ahora la tenía entre sus brazos, maltrecha y casi sin vida, maldijo una vez más a Hades, y su estúpida falta de juicio, había encargado a uno de los supuestos hermanos de la diosa, se hiciera cargo de Arce, a él solo le importaba la mujer entre sus brazos, no dejaría que volvieran a dañarla, ahora debía recoger cada pedazo y esperar por qué volviera completa a él-
-El saber que ya estaba junto a él le hizo mostrar una muy pequeña sonrisa, apenas notable debido a la sangre, heridas y el mismo cansancio provocado por el Rey del Inframundo. La cama no se sentía de la misma manera, sino que parecía ser más cómoda, tersa, y sin peligro para su cuerpo. Seguía resistiendo, lo más que le daban sus fuerzas y voluntad; recorrió la mirada por toda la habitación, ya no era tan borroso todo, aunque todavía le costaba abrir por completo sus ojos, los cuales ya no contaban con ese brillo peculiar con el que encantaba.-
Agua... tengo sed...
-Hizo un torpe intento en querer incorporarse, pero fue imposible al sentir su propio cuerpo pesado, como si un imán la obligara a quedarse entre aquellas sábanas.-
-Fue lo único que dijo, deseaba hacer pagar a Hades por lo ocurrido, pero el destino mismo había decidido hacerlo, siendo su castigo ejecutado por Persephone. Nego con la cabeza brevemente antes de entrar en su habitación, dejaría a la casi extinta luz en la cama, un par de segundo, debería lavar su cuerpo y sanar sus heridas, haría todo, daría lo que fuera por tenerla con él, la vengas podría esperar, ella no-
-Su voz, aquella voz que le hacía recobrar un poco de sus fuerzas, era un eco a su escucha, pero la reconocía sin dudarlo. Pese a que sus movimientos podrían causar alguna otra lesión, buscó con una de sus manos y con apoyo de su mirada borrosa, tener un poco de cercanía al cuello de aquella deidad que le tenía en brazos, su pareja. Lo limitado que era su tacto le ayudó a ir asimilando que ya no se encontraba en Tártaro, que ya no veía una completa oscuridad, sino la única oscuridad que ha permitido que se adueñe de su vida, el primordial.-
¿Dó..nde estamos?
-Su voz, entrecortada, pareciendo un suspiro tenue como si le estuviera hablando en secreto para que nadie más pudiera escucharles. No había duda que hasta gesticular alguna palabra era todavía un complicado por las punzadas y dolores físicos.
-No estaba ni siquiera seguro de si ella podría oirle, ignoraba todo lo que Hades le había hecho, pese a conocer algunas de.las torturas para los traidores, sabía que aquel rey habia la excedido el límite de lo permitido a otro ser con ella, en orden de prioridad no sabía por dónde empezar, ella era ahora un rompecabezas de mil piezas y temía que al trata de curarla algunas más se rompieran. No podía pensar con claridad-
-Un completo martirio, no había otra forma de poder describir por lo que había pasado aquella mensajera junto con su hermana, Arce. A decir verdad, nunca se esperó que volvería a ver la luz del día, estrellas decorando el cielo al anochecer, había planeado su muerte, pero no su liberación. Fue cuestión de tiempo para que pudiera encontrarse entre los brazos de aquel Dios que tanto adoraba, quien había prometido sacarla a como diera su aliento. Iris, poco consciente, débil, herida tanto física como emocionalmente yacía cual pequeña niña en los brazos de Erebo, quien velaría por ella hasta su recuperación.-
