¡Desarmada! Apenas intento resistir un poco pero fue imposible, se soltó a reír con fuerza y se apartó cubriendo sus partes más vulnerables a las cosquillas de la piloto. — ¡Eso es trampa! — Replicó entre carcajadas.
Definitivamente era más sencillo cuando podía presionar un botón de start. Kiriko parecía realmente una de esas míticas criaturas cuando ponía esa mirada, debía aceptar que era un tanto intimidante. Frunció los labios, decidió atacar. Alzó sus manos para hacer cosquillas a la ninja. —¡No dejaré que me arrebates la victoria!
Volvió a sonreír mostrando sus colmillos. — Creí que ya habíamos comenzado...— afilo su mirada un poco, estaban demasiado cerca la una de la otra. — Alguien va perdiendo. — la miró directo a los ojos, aligerando un poco la presión de su cuerpo contra el de ella al usar sus brazos como apoyo
Esa idea le gustaba más, ahora si vería de lo que la estrella de Corea estaba hecha. —Está vez no voy a perder.— Dijo con una decisión implacable, que le hizo prácticamente olvidar que aún estaba debajo de ella, fue cuando intentó levantarse y sintió el peso de la ninja sobre su cuerpo que sus mejillas se pusieron rojas. —Ehm... ¿Podrías?...— Carraspeó.
¿Por qué simplemente no admitía lo mala que era combatiendo? — ¡Bien! Y para estar a mano, nada de paso ligero. Seré justa contigo, Hana.— Sonrió, sabía que la victoria le pertenecía.
—¡Jamás, dos de tres!— Hizo berrinche, por naturaleza no podía aceptar tan fácilmente las derrotas. Sus labios se curvaron en un puchero. El combate uno a uno no era propiamente lo suyo, menos aún si no podía usar su Tokki.
— Es como si hubiese hackeado un juego ¿No? — dejó escapar una risa corta pero llena de victoria. — Solo admite que perdiste — el destello en su mirada fue atenuandose poco a poco hasta volver estos a la normalidad.
