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About Me Notes
About Me
「 .Nacimiento. 」

Oscuridad…

Silencio, mucho silencio hasta que sus oídos fueron aptos para captar los sonidos que causaban las hojas crujiendo bajo su cuerpo, un cuerpo nuevo, recién nacido de la entraña de la oscuridad… Un cuerpo que jamás tuvo antes.

Diversas sensaciones corrieron desde sus pies a la cabeza adornada de un par de cuernos torcidos hacía atrás por encima de unas puntiagudas orejas que sobresalían de entre largas y abundantes hebras azabaches, respiraba entrecortadamente con dificultad, a momentos sentía ahogarse y sus pulmones dolían al contraerse de tal manera, poco a poco, lentamente fue que lo dominó como si fuese algo programado; sus ojos de carmesí brillante lo miraban todo con nuevo enfoque, parpadeando continuamente, acostumbrándose a la sensación. Y aunque permaneció tirada en la tierra húmeda por un buen rato, no desperdició el tiempo pues sus dedos movía para darles soltura al igual que sus piernas.

"¿Dónde estoy?..."

Se preguntó en sus adentros aunque sabía que era un bosque, sabía que estaba sola... Como siempre. Dio un respiro tan profundo que le ayudó a incorporarse, marcando sus uñas, casi garras en la tierra, siendo esto una sensación nueva y extraña, las texturas, formas y aromas... Por fin podía sentir todo aquello que antes sólo podía ver.

"¿Qué soy?"

La pregunta era obligada y necesaria, en especial cuando observó sus manos, negras desde los antebrazos hasta las uñas, al igual que sus pantorrillas y pies... La desnudez de su cuerpo era total, formas finas y lánguidas, una espalda estrecha, pálida y casi escuálida pues los huesos de su espina dorsal se hacían visibles al marcarse en su piel; su forma era femenina, mas de géneros ella no conocía ¿Él? ¿Ella?...

Al levantarse sus huesos crujieron y sus pasos fueron torpes como el ciervo que recién ha nacido, olfateó el ambiente húmedo de la vegetación y la tierra y en su mente algunas cosas comenzaban a ensamblar, recordando una voz que penetró en su tranquilidad cuando era nada, cuando no era nadie mas que un ente que corría por el viento y se internaba en cualquier recoveco oscuro y solitario, no necesitaba más... Pero esa voz le habló mientras dormía, perturbado su existencia, eran ecos lejanos, una voz masculina que no hizo más que acogerla con una atención especial, llamándola "Hija"...

— ¿Quién eres? —Preguntó ella.

— Tus hermanos esperan por ti, has de despertar por fin. —Dijo la voz con especial entusiasmo y oscuro trasfondo.

¿Hermanos?... Yo no soy nadie.

— Dunkel Heit, ese es tu nombre, no lo olvides mi querida Pereza.

Su conciencia se nubló, sintió desaparecer en un vació más profundo que su soledad y por primera vez sintió un gozo descomunal, sentía que su existencia detonaba para caer en descanso eterno, quería morir, dejar de ser... Sin embargo cuando hubo despertado... Aún existía y era alguien, poseía un cuerpo, era Dunkel Heit nacida bajo el pecado de la Pereza.

Fue en medio de ese recuerdo que su andar se vio detenido, perdió el equilibrio por su desorden mental y un mareo le atacó sin más, yendo a dar su frente contra la corteza de un árbol donde su sangre quedó impregnada en la corrugada textura, corriendo un hilillo de ésta por su frente hasta parar en sus labios, sintiendo el dolor de aquello, conmocionándole al ser la primera vez que hería su cuerpo, llevando tan sólo sus negruzcas manos hacía el origen de la sangre para palparla, comprendiendo que era como todo ser... Saboreó su propia sangre, al inicio con tiento, luego con mayor atención hasta encontrarle sabor y gusto.

— Dunkel... Heit.

Repitió para si misma con un habla torpe y por primera vez escuchó su voz sin ser un eco disolviéndose en la nada, era, existía, vivía... Entonces sus ojos miraron al frente entre la densa oscuridad, los animales quedaban expectantes ante la presencia del pecado personificado y su nuevo andar.

— Tus hermanos esperan por ti.


La voz en sus recuerdos se disipó luego de saber cual era su misión, tenía una razón de existir mas no lo deseaba... Vivir era agotador, le suponía esfuerzo y dedicación ¿Por qué había sido creada si lo único que deseaba era dejar de existir? O bien... Perder su esencia con el viento como tantas veces lo hizo, ocultándose en las sombras de cualquier lugar, observando de lejos a la humanidad y sus actividades, sin llegar a comprenderlas muchas veces, aunque bien, al menos aprendió el habla por escucharlos y ahora podía ponerlo en práctica de mejor manera, aunque aún pausada y torpemente.

Caminó por quizá una hora enmedio de la noche y el lodo adherido a sus pies, bajo una luna que hacía resplandecer las zonas pálidas de su cuerpo al igual que sus cuernos en los cuales se reflejaba selene ante el ébano puro de estos; más adelante se detuvo al sentir como su piel se erizaba y su corazón palpitaba al sentir una presencia que no era animal, en esencia la sentía similar a si misma pero con matices distintos, olfateó una vez más con su respingada nariz paliducha y reconoció una silueta... Una mujer que jamás había visto, pero sentía que conocía, Avaricia.


「 Pecado capital . . . 」