La manifestada iniciativa del peliverde en esos besos y abrazo fue tomada por sorpresa por parte del pelinegro, el cual no opuso resistencia a esas muestras de cariño, correspondiendo a sus besos.

Pasados unos segundos, se separó de los labios de su amado para recorrer con besos la piel de su hombro y pecho, mientras no cesaban sus caricias por sobre las caderas y cintura del menor, haciendo que el espacio entre su pelvis y la de Viktor se mantuviesen lo suficientemente unidas como para sentir ese exquisito roce entre sus cuerpos.

-Eres mio... -Le susurró con sensualidad, en el momento en que sus labios y lengua estimulaban con besos, lamidas y chupetes el vientre y estómago de Viktor.