—Que bueno que no soy de la realeza, sería incapaz de mantener ese tipo de cosas— Suspiró y se puso detrás de su rey para masajear un poco sus hombros —Pero si ese es el caso, entonces atendamos todos los pendientes que tenemos con una buena cara... por parte suya claro—

-Te equivocas Nahir... Las paredes escuchan, los oídos se vuelven agudos cuando de molestar se trata... uno nunca deja de fingir aun con las personas que más aprecia- Le sonrió levemente en lo que hojeaba despreocupado los pendientes anteriores- En especial en la realeza mi querido consejero... -

—Estamos solos, así que no veo motivo por el cual deba guardar las apariencias— Le dejó una montaña de papeles enfrente, trabajo pendiente que sabía que odiaría hacer —Estás demasiado cansando ahora mismo ¿No es así?—

-Por favor Nahir... No me delates antes de que mis súbditos confíen en mi- Tomo un poco de vino de su copa -Déjame disfrutar de la paz y la mi dulce misericordia un poco más-

—Creo que se le está cayendo la faceta de amabilidad, su majestad—