Muéstrame tu cuello y deja
Que mis colmillos rompan
La piel que impide
Que tu sangre sea para mí Y tu vida será eterna Morirás cada mañana Y renacerás al anochecer Oh Señor de las mentiras Mendigo de otras vidas Duque del vicio, príncipe del sexo Y del dolor... La lascivia que en mí entre Me corrompa y me reviente El alma en trozos de placer