Tened el deseo a flor de piel, una habitación con luz tenue, una caricia furtiva, la respiración agitada, la piel erizada hasta los vellos de la nuca, el halito cerca del cuello, las manos inquietas que pasean por su cuerpo robando suspiros cada vez más intensos, miradas cónplices de la lujuria y el deseo, cuerpos ansiosos que dejan entrever sus intenciones a través de la fluidez de aquellos elíxires prohibidos en los puntos más erógenos que existen y otros más que se descubren antes de llegar al clímax