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Tuvo que palmear dos veces el antebrazo musculoso del rubio para llamar su atención desde que tomó un lugar frente a la barra. Se le veía fascinado desde que Salvador, el barman en turno, le llenó el tarro.
La rubia le indicó una mesa para dos un tanto alejada del escenario. Era de esperarse que el Asgardiano se convirtiera en el blanco de las miradas, por ahí ya se habían hecho presentes los flashes de los.móviles de los civiles.
— Nada de fotografías —dijo al oído de la garzona que acercó hasta su mesa una cubeta llena de cervezas. Pronto se quitó la chaqueta de cuero y la acomodó en el respaldo de su silla, dejando hombros y clavícula al descubierto.
(...)
La rubia le indicó una mesa para dos un tanto alejada del escenario. Era de esperarse que el Asgardiano se convirtiera en el blanco de las miradas, por ahí ya se habían hecho presentes los flashes de los.móviles de los civiles.
— Nada de fotografías —dijo al oído de la garzona que acercó hasta su mesa una cubeta llena de cervezas. Pronto se quitó la chaqueta de cuero y la acomodó en el respaldo de su silla, dejando hombros y clavícula al descubierto.
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