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Una sonrisa ladina apareció en los gruesos labios de la Canario desde que lo percibió nervioso. Eso era un buen indicio; era curioso, no era un maldito arrogante. Le gustó que prefiriera expresar duda e inseguridad antes de una tragedia.
— Tranquilo, Conner —dijo con una voz suave y calmada, colocando una mano sobre el hombro del menor, a fin de darle seguridad y confianza—. Sé que sabes hacerlo, confía en tus instintos y conocimientos. Sé que pase lo que pase no permitirás que muera. Es más probable que mueras tú si algo le pasa a esta fiera —bromeó, golpeteando con su pie el metálico escape de su moto–. Lo estabas haciendo bien, sólo debes ser firme —dicho esto, llevó ambos brazos a rodear el torso del muchacho, apegando su pecho a su espalda—. Tengo un rato libre, ¿qué tal si vamos por pizza? Sé de un buen lugar en la costa, no es muy lejos de aquí. Endereza el volante y acelera.
— Tranquilo, Conner —dijo con una voz suave y calmada, colocando una mano sobre el hombro del menor, a fin de darle seguridad y confianza—. Sé que sabes hacerlo, confía en tus instintos y conocimientos. Sé que pase lo que pase no permitirás que muera. Es más probable que mueras tú si algo le pasa a esta fiera —bromeó, golpeteando con su pie el metálico escape de su moto–. Lo estabas haciendo bien, sólo debes ser firme —dicho esto, llevó ambos brazos a rodear el torso del muchacho, apegando su pecho a su espalda—. Tengo un rato libre, ¿qué tal si vamos por pizza? Sé de un buen lugar en la costa, no es muy lejos de aquí. Endereza el volante y acelera.
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