—¿Uh?—al sentir el calor de su presencia en la espalda, no pudo evitar el voltear el rostro un poco para mirarla con uno de sus cristalinos ojos azules. Siempre anda coqueteando con las chicas bonitas que se encuentra por ahí, pero ella logró hacerlo sonrojar, lo que sorpresivamente no empeoró la situación, por el contrario, de alguna manera una parte de él se tranquilizó —Yes ma'am, I got it—no se iba a dar el lujo de verse como un torpe ante ella. Tragó saliva por tercera vez, puso los ojos en el camino, y arrancó la moto con más soltura, pero avanzó lento por las calles, hasta la segunda sin atreverse a meter tercera, afortunadamente era muy tarde y no había autos que lo presionaran a ir más rápido.

—B-bien, pero yo invito.

Una sonrisa ladina apareció en los gruesos labios de la Canario desde que lo percibió nervioso. Eso era un buen indicio; era curioso, no era un maldito arrogante. Le gustó que prefiriera expresar duda e inseguridad antes de una tragedia.

— Tranquilo, Conner —dijo con una voz suave y calmada, colocando una mano sobre el hombro del menor, a fin de darle seguridad y confianza—. Sé que sabes hacerlo, confía en tus instintos y conocimientos. Sé que pase lo que pase no permitirás que muera. Es más probable que mueras tú si algo le pasa a esta fiera —bromeó, golpeteando con su pie el metálico escape de su moto–. Lo estabas haciendo bien, sólo debes ser firme —dicho esto, llevó ambos brazos a rodear el torso del muchacho, apegando su pecho a su espalda—. Tengo un rato libre, ¿qué tal si vamos por pizza? Sé de un buen lugar en la costa, no es muy lejos de aquí. Endereza el volante y acelera.

Aunque el vehículo le parecía psicológicamente más grande desde el momento en que sentó al frente. Incluso empezó a sudar, él, que ni siquiera frente al Eradicator mostró un solo ápice de miedo.

—Y... ¿ahora que sigue?—metió la primera, y sacó muy lentamente el clutch buscando que andará, pero solo hizo que la moto tironeara torpemente.

—FUCK!

—¿E-el yo?—se señaló a la cara, sorprendido. Y sí, fue muy notorio como toda la seguridad y confianza con la que iba por el mundo se le cayó de golpe, poniéndose nervioso hasta el punto de tragar saliva y no parpadear por un buen tiempo. No se acobardó, pero un segundo "glump" se escuchó de su garganta en el momento que levitó lo suficiente para sentarse en la motocicleta y tomar los manubrios del volante —Hm, sí, yo-yo conduzco—fingió regresar a su posición de seguridad, pero en su mente no dejaba de decirse "yo puedo, yo puedo, yo puedo", lo que le obligó a tener más control de su fuerza, no quería arrancarle el volante de un jalón.

—Primero tengo que quitar esto ¿verdad?—habló del tripee que permitía a la motocicleta estar estable al momento de estacionarla. Un pequeño barrido con el pie hizo la tarea, ahora eran las piernas de Conner las que mantenían el equilibrio; aunque eso no era un problema, para él la moto y ella eran tan ligeras como una pluma (...)

Aún se le antojaba de lo más... ¿por qué no llamar "perturbador" al origen de Superboy? No porque no fuese concebido del modo natural, sino por ser —literalmente— una parte de Lex Luthor y, bueno, de Clark. Aunque nadie podía negar que poseía los mejores genes de ambas partes, y esperaba que la nobleza del kryptoniano fuese una de ellas.

Aún así el muchacho se había ganado su simpatía por las propias. Llevaba años relacionándose con adolescentes, y después de tantos años lidiar con el que tuvo en casa y amaba como a su propio hijo a pesar de sus terribles adicciones, el azabache parecía inofensivo.

— Cambio de planes —anunció la rubia, montándose bien en el asiento de su preciado vehículo. Pero más bien recorrió el culo hacia la parte trasera—. Tú conduces —le indicó, palmeando la parte delantera del asiento con sus manos enguantadas–. Yo me hago responsable. Las llaves están pegadas, vamos.

—Necesitar, no, pero nunca me he subido a una de estas. Ya sabes, Lex es todo un idiota cuando se trata de salir de las reglas— y por tener 16 no se le permitía aún tener su propia motocicleta. Se acercó, con las manos dentro del bolsillo de su chaqueta, y se inclinó acercando el rostro al cromo del deposito de gasolina hasta que se pudo ver reflejado en el metal.

—¿Me darás un paseo entonces?

Hasta que no experimente el volar por mí misma, difiero. ¿Necesitas un ride?

La segunda forma más awesome de moverse, ya sabes, después de volar.