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-Parecían dos turistas desafortunados al llegar a ese pequeño oasis, y quizás lo eran. Camino al lugar se habían cruzado con un torbellino de arena y tierra, y ahora lucían con un terrible aspecto. Sentía capas de polvo pegadas a sus pestañas, en su nariz, incluso su cabello se sentía duro y eso la hacía poner una cara de pésimo humor. No obstante, debía alegrarse que por primera vez la habían emparejado con un cazador de renombre, en una misión de lista negra. Dichas misiones eran sólo para los más profesionales, y aunque aún no subía de rango, estaba siendo considerada como útil. No sabía...
 
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SW-User
-Detonó por última vez el casquillo del arma, era el último de los sujetos sobre el piso, arrastrándose. El vaquero no tenía ningún referente por el cual salvarlos, nisiquiera mantenerlos con vida, su meta eran las diez mil muertes, y esas cinco mil no eran broma para nada.- Ahora, a la faena. -Se contestó a si mismo luego de limpiar su cuchillo contra el cuero del pantalón, en ese punto de la historia ya estaba caminando a la casa principal, una hacienda solitaria, donde una puerta se abrió, en el final de las escaleras rotas, se encontraba su blanco... Aunque lucía diferente. Contaba casi con los dos metros de altura, un flacucho con un bastón, mismo que en su interior guardaba un sable, bueno, qué mas le daba, sostener duelo era su profesión, no era momento para rivalidades.- ¿Quieres comenzar?... O... ¿Esperamos a que te limpies la arena del culo?
 
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