-Parecían dos turistas desafortunados al llegar a ese pequeño oasis, y quizás lo eran. Camino al lugar se habían cruzado con un torbellino de arena y tierra, y ahora lucían con un terrible aspecto. Sentía capas de polvo pegadas a sus pestañas, en su nariz, incluso su cabello se sentía duro y eso la hacía poner una cara de pésimo humor. No obstante, debía alegrarse que por primera vez la habían emparejado con un cazador de renombre, en una misión de lista negra. Dichas misiones eran sólo para los más profesionales, y aunque aún no subía de rango, estaba siendo considerada como útil. No sabía...
-Miró con nostalgia la montura. Su propio caballo seguro ya estaba muerto, y lamentó lo sucedido, pero tal vez estaba viva por el sacrificio del animal. Gracias a ello no tuvo problemas en subir con él, pero una vez tomó su asiento y adivinó qué se presionaba contra su trasero enrojeció más que nunca. Oh cielos... Abrazó con un brazo la bolsa, y con la diestra sujetó fuerte la cabeza de la montura.- Me encuentro muy, pero muy bien... -Con eso el viaje de regreso continuó, compartiendo montura con ese experimentado cazador, serio y al mismo tiempo interesante. Se preguntaba qué pasaría al volver, si volverían a trabajar juntos o si lo perdería de vista. Esperaba realmente que fuese lo primero.-
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-Un silbido desde la mano potente deshizo la capa un poco, el otro brazo estaba totalmente tapado, pero la humedad se notaba desde las capas más oscuras del largo telón que portaba; Las dunas asentían brotes de largos terrenos, como pliegos arrugados entre la tormenta que avecinaba desde el sur, suerte que poste llegó antes de el reloj marcando el punto, esa era su única montura y pues... La mujer tendría que viajar entre las piernas de Clyde todo el viaje de regreso. Él subió primero, luego ofreció su mano con esmero y valor, ella si bien pudo recibir el enguantado, directamente fue jaloneada hacia el centro del lomo, tan ajustada a la entrepierna del vaquero que el sentimiento de algo más aparecía alentándose con el cabalgado leve que soltó el caballo.- ¿Qué tal se encuentra Ms? -Antes de partir se aseguró de la compañía, mejor prevenir que lamentar una lesión más grave.-
-Escuchó el crujir del golpe y la sacudió un escalofrío por todo el cuerpo. Mierda, el otro había ido bastante lejos, pero había completado la misión. Como prueba de ello se apresuró a tomar un pedazo de roca fragmentado y lo guardó dentro de la bolsa robada, mirándolo acelerar el paso hacia el exterior. No lo contradijo, mucho menos hizo gestos, moría por volver a la Organización para cobrar la recompensa, y para encerrarse unos largos días en su dormitorio a estudiar el jugoso botín que había obtenido para ella.- Aye, Sir. -Apresuró su andar para poder seguirle el paso.-
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-El agua hizo su efecto, suficiente como para plasmar su cráneo en una roca figuradamente gruesa, tenía vitalidad, y como no, Clyde aprovechó. Un puñetazo vendido desde su brazo secundario apareció, rompió la roca con el puño en nudillos puros, vaya pena que no era acero, el dolor inmenso le hizo quebrarse la mano izquierda y por poco el tendón sobresale los paralelos del hueso. El vaquero únicamente cayó de rodillas sobre el suelo, risueño y lamentado, el objetivo estaba pasmado con espuma sobresaliente de la boca, ¿Realmente valió la pena severa lástima? Eso no importaba, tenían que salir de allí, y el hombre no se tiraría a llorar. Se levantó, tapó el brazo con el restante de su capa y por segundos, caminó sin decir ni una palabra más que...- Nos vamos.
-Se le cayó la mandíbula cuando la arena se organizó de nuevo para darle forma a ese ser. Y seguro que si su espíritu en la palma derecha pudiese tener esa reacción, ya serían dos. Miró la respectiva mano y el ojo estaba atónito, y pronto miró de nuevo al enigma. Eso convertiría a la presa en un ser veloz, inmune, y necesitaba idear algo para restarle valor a esas dos cualidades, todo antes de que significaran una ventaja sobre el vaquero. Bastaron segundos para marcharse y volver con un jarrón con agua de dudosa limpieza, pero no importaba. Esperó a que el hombre se deshiciera de nuevo, así podría lanzar el agua y añadirle peso a la arena, con la esperanza de alentar la regeneración para comprar algo de tiempo.-
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-Allí estaba su presa, tan firme y despreocupada que daba miedo, si antes el arrepentimiento era inexistente, ahora mismo si que dudaba sobre sus habilidades. Pintó con las yemas de sus dedos el mango del cuchillo, tanteando los ejes en su corte, raro ver tan actitud en Clyde, misma que previó el antagonista de la situación, él simplemente sacó del bastón el sable, y con un tajo diagonal hacia el frente del vaquero, alcanzó el tino perfecto filo a punta. Por ello el otro brazo del segundo le llegó contra las costillas, Clyde lo soportó, más crujió como huesos volcándose en el mismo principio, que como final obtuvo, fue el regreso de su golpe, ahora contra la quijada, sí, el vaquero le dio esta vez, la diferencia fue que su rostro se desvaneció en arena y terminó por regenerarse.-
-Llegó justo para escuchar las botas del otro entrar a paso firme a la hacienda, su figura perdiéndose en el interior. Se detuvo para recuperar el aliento en su frenética carrera, y mientras se inclinaba lo suficiente para apoyar las palmas de las manos en sus rodillas, miró a su alrededor jadeante. Estaban todos muertos, cada uno de esos seres, y eso proyectó cierto miedo en sus pensamientos. ¿Quién demonios era ese hombre? Enderezó su torso y miró con cierta preocupación la hacienda. ¿Eran los cazadores de alto nivel tan fuertes como este? Subió algunos escalones y se recargó contra la pared de la entrada, tan sólo espiando un poco por el marco de la puerta, curiosa por ver qué acontecía en el interior.-
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-Detonó por última vez el casquillo del arma, era el último de los sujetos sobre el piso, arrastrándose. El vaquero no tenía ningún referente por el cual salvarlos, nisiquiera mantenerlos con vida, su meta eran las diez mil muertes, y esas cinco mil no eran broma para nada.- Ahora, a la faena. -Se contestó a si mismo luego de limpiar su cuchillo contra el cuero del pantalón, en ese punto de la historia ya estaba caminando a la casa principal, una hacienda solitaria, donde una puerta se abrió, en el final de las escaleras rotas, se encontraba su blanco... Aunque lucía diferente. Contaba casi con los dos metros de altura, un flacucho con un bastón, mismo que en su interior guardaba un sable, bueno, qué mas le daba, sostener duelo era su profesión, no era momento para rivalidades.- ¿Quieres comenzar?... O... ¿Esperamos a que te limpies la arena del culo?
-La facilidad con la que su mano derecha movía la cimitarra la impresionaba. Ella no tenía demasiados conocimientos de lucha cercana, pero el espíritu que movía su brazo a su antojo parecía que si. Era toda una intriga saber cuál era la historia detrás de ese individuo viviendo en su extremidad, y cada vez sentía que sus conocimientos eran bastante humanos, aunque el otro no hubiese admitido demasiado. Lo pensaría después, pues era su trabajo esquivar golpes por parte de los bandidos, mientras que su diestra la seguía sorprendiendo en tajos certeros a sus gargantas. Continuó hacia el frente, hasta que el sonido de disparos casi la hizo tropezar en el trayecto, pues conocía perfectamente el detonar de su propia arma. El corazón se le aceleró de forma dolorosa, incluso se llevó la diestra al pecho y estrujó la camisa encima de él, y fue ese el momento donde echó a correr hacia ese sonido.-
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-Clyde ya estaba más delante que su compañera, él recibía dispersos tiros de todas las direcciones, la única cobertura que tenía era una piedra dura, como el roble que intenta partirse con un palo, por ello atinar disparos era sencillo, pero laborioso, eran demasiados. Quizá seis rondas de balas se gastó ahí, fue certero, y ninguna erró, con razón quedaban esos cinco especiales... Y vaya, la munición no era algo que tuviese para presumir. Tiró el revolver en la funda, sacó su cuchillo a la mera disposición de tajar, y en cuanto respingó su nariz con el antebrazo, se lanzó a dar contra ese grupo. Disparos perpetuos detonaron los rincones y confines de la escalada, choques de filo brillaron al estrellato, pero lo único que resaltó fue la sangre desvelando pocas partículas de el entierro final.-
