¡Y... VUELA! —Se atrevió a lanzarla con cierta fuerza, atrapándola de nuevo entre sus manos, carcajeándose por sus gritos.— Está bien, no quiero que termines afónica. —Aunque bien no tenía que mantenerla abrazada a él, así lo hizo mientras liberaba su vestido de las pinzas.—

—Otra vez gritaba entre carcajadas cada vez que la elevaba a lo alto. No se movía mucho por miedo a caerse y terminar enredada en los cordeles del tendedero.— ¡Ferd, por favor! ¡Jajajajaja!

¡Y la mariposa... Vuela! —Cual si fuera una niña pequeña, alzaba y bajaba los brazos para dar ese efecto de que estaba agitando las alas, volando. Estaba riéndose divertido, muy feliz, como pocas veces recordaba.— Anda, es un día de lavado amistoso.

¡Espera, no, no! —Dio un grito agudo tras ser alzada tan repentinamente, llevando las manos hasta los hombros de él mientras reía a carcajadas.— No te ayudaré más a lavar ropa.

Mmmm... Estoy tentado a dejarte así. —Ya estaba rompiendo en risas, contagiado por sus carcajadas. Se acercó a ella y la levantó tomándola por la cintura.— ¡Emergió la mariposa!

¡Debes de soltarme o ya verás de lo que soy capaz! —No podía contener más la risa, llevando las manos hasta su vientre en medio de sonoras carcajadas.— ¡Ferdinand Lund!

Podría envolverte como un capullo, así no tendras frío. —Trataba de contener las carcajadas, si se movía de más, sus pies ya no tocarían el suelo.—

¡Pero es mi vestido! Ya, sácame de aquí, se me están congelando las piernas. —No podía parar de reír por la cómica situación de la broma tan ocurrente del comerciante.-

Eh... Yo creo que no, faltan sábanas por lavar (?)

¡Sácame de aquí, Ferd!