—Ni si quiera pudo colocar la bolsa con comida en la barra, estaba divagando, su mirada fija el suelo, pero su mente en realidad estaba reproduciendo una y otra vez la escena de su espalda desnuda...

Aunque tuvo que volver de inmediato a la realidad y toser, obligándose a actuar normalmente, pero no podía mirarla a los ojos.— Tranquila... Q-quise darte una sorpresa que... Tal vez no fue tan grata.

—Rápidamente fue por una bata que usaba al levantarse y la acomodó sobre su cuerpo, cruzando el cinturón de tela para poder sostenerla con la intención de evitar algún accidente vergonzoso. Cuando ya estaba lista, ató su cabello lo más alto posible en una coleta, recogiendo todo el pelo para que no le estorbara en el rostro ruborizado producto de aquel inesperado encuentro.

Abrió las cortinas y las ventanas de la habitación antes de salir y caminar hacia al cocina, arrastrando los pies con cierta pereza.—

Eres muy considerado, n-no debiste molestarte tanto. De todos modos iba a pasarme por El gato negro más tarde.

Yo... Eh... Vi la puerta abierta, me pasé en entrar lo siento, pero... —"Vamos Ferd, usa tu fuerza de voluntad, no la mires, no la mires..." Con las palabras atoradas en la garganta, balbuceante y algo enrojecido, ubicó la entrada a la cocina, su único sitio familiar y se resguardó ahí, lejos de ella para no mirarla. Aclaró su voz, pero la imagen en su mente no se iba.— Llamé varias veces y no respondías, te traje algo de comer. Pensé que siendo tu día libre no deseabas cocinar.

¿F-Ferd? —Dio un sobresalto, cubriéndose inmediatamente con aquella sábana. En verdad se asustó por lo inesperado de la situación pero mantuvo el control de su cuerpo, manteniéndose de espaldas hacia el varón.—

Oh, diablos...