No sólo conoces una canción, sino que viste la película entera. Vaya que eres más sensible de lo que aparentas. –Esta vez fue la azabache quien creyó pertinente bromear, aún cuando se basaba en un estereotipo, pero su encanto tenía incomodar al menor, ya que, aparentemente era una de las pocas personas que podían hacerlo.

... –Sus labios entreabrió para acotar algo, pero las palabras quedaron suspendidas en la punta de su lengua cuando el abrazo del arquero la tomó por sorpresa; jamás habría esperado tal proceder, mas no lo rechazó. Sus brazos rápidamente se ciñeron al cuerpo ajeno, y una de sus manos fue a dar a la nuca ajena, repasando sus cabellos cobrizos con ternura. Si bien esa era su misión en ese mundo, por primera vez sentía que había logrado un cambio tan significativo en alguien, que la conmovió con ganas. Era la primera vez que se quedaba sin palabras: se sentía desarmada.– Gracias a ti.

Creo que es hora de ir a dormir.

Lo escuché por culpa de esa película...Rocketman—Cierra los ojos al sentir su mano en la mejilla, tras el apretón.— Lo dije antes y lo digo ahora, me haces querer ser buena persona, parte de lo que soy probablemente es en parte gracias a gente como tú. —Lleva sus manos a la cintura de la amazona, para apegarla hacia él en un fuerte, cálido y honesto abrazo.—

Me sorprende que escuches a Elton John. –Respondió con franqueza, divertida, contagiándose de la sonrisa del más joven. Hasta el momento, fueron susurros y murmullos los que expresaron sus palabras, hasta que cerró la puerta del dormitorio. Ya estando en el pasillo, le miró directamente a los ojos. Se tomó unos segundos para examinar cada detalle en esos ojos de expresiones felinas.– Y son muy lindos. –Añadió con una dulzura casi maternal, hasta que sus agradecimientos la obligaran a llevar una mano al hombro ajeno.–

No me agradezcas, Roy Harper. Es mi deber ayudar, sea en lo que sea. –Le recordó, dando un suave apretón en su hombro antes de ascender su mano hasta la mejilla del pelirrojo.– Te admiro, quiero que sepas que además respeto el hombre en el que te has convertido.

—Sonríe medio labio y arquea una ceja.— Gracias por lo del cabello, pero en verfad espero que estés citando una canción de Elton John. —Sonríe un poco mas.— No sabías el color de mis ojos...vaya. Bueno, te diré que te ves radiante y encantadora, y dejaré ese tema ahí. Gracias por ayudarme con ella... en verdad no tenías que hacerlo. Eres increible. Muchas gracias.

También tu cabello. –Murmuró tras reparar en aquél detalle en la melena de fuego del arquero. Apenas recordaba la última vez que se vieron, años atrás en la Atalaya, cuando el pelirrojo aún rondaba los últimos años de su rocosa adolescencia. Su voz era suave, especialmente desde que no eran los únicos en la habitación, además de que apenas era la segunda vez que se veían cara a cara, como civiles.– No sabía que tus ojos eran azules.

Vaya, tenías razón. Sí que he crecido.