-Nadie me mirará jamás como me miras tú. Como si me amaras con cada centímetro de tu ser -Es así como tú también me miras a mí. – Le tomó la mano y besó la superficie de sus nudillos. -Prométeme que siempre estaremos juntos- Él, permaneció callado, ambos sabían que no podía hacer esa promesa- -Eso suena muy bien para un cuento de hadas. Yo ya no creo en los cuentos, pero te prometo lo que quieras. -Si alguna vez te casas con otra, prométeme que siempre me amarás a mí. -Mi dulce amor egoísta -murmuró él- Mi corazón siempre será tuyo, me has destrozado para el resto de mi vida. Lisa K.