{ 𝐍𝐨𝐫𝐭𝐞, 𝐦𝐮𝐲 𝐧𝐨𝐫𝐭𝐞. } Esté exquisito camello de montaña claro que valió su peso en oro. - Dijo y ni un atisbo de que obviamente le habían timado al venderle aquella bestia sin gracia, de patas chuecas y de ojos malos, pero él era el viajero más feliz del mundo al sentir el frió aire de las tierras nórdicas, las cuales solía frecuentar cuando no se le helaba su alma entera. Él risueño, más feliz que nunca se dispuso a montar el tambaleante animal, mimado en sus sogas de seda suave que no lastimaban su previamente ulcerosa mandíbula. Era muy gracioso ver pasar a semejante espécimen
Ahí iba de nuevo su expresión de lamento y amargura, él de verdad no desaprovechaba un momento para señalar cualquier contradicción de la mujer, que aunque no desease admitirlo era una ayuda a su ceguera aguda cuando se convencía de tener la razón. Se mantuvo mirándole a los ojos, realmente tenían un color muy particular y llamativo, era extraño pensar que aquellas joyas enterradas en sus cuencas eran testigos fijos de un deber como el de acabar con las almas corruptas que mantenían el caos para los mortales. Y precisamente fiarse de ojos así, quizá en un futuro podría costarle caro. Dejó que sus manos se acercasen lo suficiente para dejarle colar sus falanges por sus tersos pómulos sin dar movimiento alguno o sobresaltarse por este hecho. Sólo actuó cuando lo vio preciso, y la manera fue sujetando ambas muñecas dejando el mismo espacio entre su rostro y sus manos.
[code]— Te lo dije en algún momento, no necesito de tu ayuda. No me negaría a darte información, pero desafortunada
