{ 𝐍𝐨𝐫𝐭𝐞, 𝐦𝐮𝐲 𝐧𝐨𝐫𝐭𝐞. } Esté exquisito camello de montaña claro que valió su peso en oro. - Dijo y ni un atisbo de que obviamente le habían timado al venderle aquella bestia sin gracia, de patas chuecas y de ojos malos, pero él era el viajero más feliz del mundo al sentir el frió aire de las tierras nórdicas, las cuales solía frecuentar cuando no se le helaba su alma entera. Él risueño, más feliz que nunca se dispuso a montar el tambaleante animal, mimado en sus sogas de seda suave que no lastimaban su previamente ulcerosa mandíbula. Era muy gracioso ver pasar a semejante espécimen
Pese a cualquier otra cuestión, Rhaamael le dejó expresarse con todo lo que tenía que decir y también hacer, raro era que no optará por interrumpirle con alguna tontería o una broma, al menos un comentario de lo más desubicado, quizás eso era lo que dividía sus facetas de príncipe vagabundo y de escorpión blanco, cosa cierta es que pensaba exactamente que decir.
Le dejó caer a su lado, mientras que él de blancos cabellos se acercó por sus encimas, quizás eclipsandole con su sombra al bajar su mirada para quedar en la misma altura que su rostro pero desde el lado opuesto, como para que no tuviera otra cosa que le permitiese evitar tus palabras.
¿Y que te hace distinta a ti a esos nobles? Aquí te tengo, soñando con conspiraciones, soñando con que te diga "Sí, Einar, tenemos el mismo objetivo. Tengo que matar a tu más acerrimo enemigo". Sin ser criticó de ella, si dejaba ver una especie de ironía que él veía en la doncella guerrera, quizás como solía ser el Hijo del Viento.
