- Bueno, soy un príncipe, uno vagabundo pero príncipe en sí. Es como si me quejará de tu actitud de guerrera...
Negó, no tenía dudas de que actitud altanera y caprichosa era innata en él. Después de todo cualquiera diría que es un malcriado, hasta incluso egoísta pero por dentro es alguien con muchos temores y dudas. Pero si algo le caractizaba era su decisión, casi rozando la cabezonería ajena.
- Ya veo.
Sentía la mano bajar por su largo brazo, le gustaban los dedos de Einar pues pese a ser una soldado tenía todavía esa calidez innata y una suavidad característica de ella. Él avanzó, haciendo retroceder sus dedos hacía la mano aferrada, solo fue un momento, pero simplemente demostró un acto de simpleza. Querer bajar la mano femenina y entrelazar los dedos con ella, dejándo colgada su mano pero sostenida por la opuesta. Acariciarian los nudillos ajenos con sus yemas, le miró sonriendo, cerrando sus ojos.
[code]— Lo dices como si deseara que tomases la actitud de un príncipe. Aunque, no gracias, sería un dolor de cabeza verte actuar aún más engreído. —[/code] Bromeó con él, descendiendo despacio la mano de su antebrazo en un suave camino que trazaba con sus dedos hasta detenerse en su muñeca. Vacilaban sus falanges el estirarse más allá de inicio de su palma, ¿ahora era ella la que se ponía en sus zapatos con semejante actitud infantil?
Se sentía más sereno quizás, pero todavía tenía bastantes dudas en su silueta. Le costaba en demasía hablar de asuntos serios, solo que en vez de camuflarse con apatía lo hacía de forma contraria. Suspiró fuertmente, pero finalmente se dispusó a sonreír, aunque sintiéndose algo atontado.
- A veces es difícil tener la actitud correcta, Einar.
Su respuesta le dio una firme tranquilidad, pero no dejó que le dominará aquello, sintió la presión en su brazo como si ella demandara algo ¿Iba a golpearlo? Quizás. Rhaamael extrañado tuvo que atreverse a bajar su mirada, ella todavía estaba sujeta a él. Sonreía de forma sincera, apenas si una curvita en sus labios que acompaño a sus verdes ojos en contemplarla fijamente.
Cuando recuperó el aire también pudo recuperar pedazos de su serenidad, cambiando su expresión para no transmitirle ''inseguridad'', aunque no estaba segura de llamarlo así, pues ella estaba tan bloqueada para asimilar lo que decía como él.
Llevó el índice a dejar peso sobre su propio labio inferior, inevitablemente se sonreía por esa actitud aniñada lista para volver a su semblante serio y apretar los labios si es que le daba por volver a encontrarse con su mirada.
[code]— Estás cerca de mí, no veo por qué tomar esa actitud. —[/code] Presionó su brazo, quería forzarle a que la mirara de vuelta.
Se mantuvo hilando detalles por varios segundos, hasta que por fin su lengua le permitió decir la verdad, aunque no sonaba para nada confiado u galante, como solía ser, sino absurdamente tímido y su vozarrón era si apenas un susurro.
No puedo evitar querer estar cerca ti ¿Ya? ¡Ya!
Pisó con fuerza, especialmente con su pie diestro, como si estuviera enfadado con el suelo, pero era solo su orgullo reclamándole.
Pese a ser totalmente inusual y cálido ese gesto de ella para él, no podía decir que su orgullo no le hería más que nada como a cualquier persona. Lo observaba con cautela desde la pequeña distancia, estaba tan rígido como una estatua o más bien, como un guerrero formando en fila. Su risueña cara todavía yacía terriblemente ofendida, aunque el rojo de sus mejillas y su boca fruncida no le hacía ver para nada atemorizante sino más bien todo lo contrario.
- ¿Lo juras?
Fue una pregunta más que nada retórica, ya que no hacía falta tal respuesta, aunque aun así dudo unos segundos antes de profetizar su respuesta, se sentía extrañamente alegre pero aún si orgullo pesaba muchísimo, su boca se torció levemente hacia un lado, no le miró, sino que apuntó sus ojos hacía la lejanía, sin ver ciertamente nada, así pudo hablar con sinceridad.
En su fracasado intento por hablar, sólo algunos balbuceos que se cortaban en risas la llevaron a aproximarse a él para colgarse de uno de sus brazos. No pretendía que se molestase con ella, en realidad, era de las pocas veces que reía de se forma en mucho tiempo y que no era por mera maldad. Lo notó rígido, probablemente no entendía y en parte su molestia tenía que ver en ello. Por esto mismo, usó la zurda para acariciar su antebrazo asomando su mirada azulada para encontrarse con los esmeraldas que con desaprobación le observaban.
[code]— ¡Lo lamento!, no me burlo de ti. Simplemente es agradable verte así. —[/code] Pausó, controlando su risueña faceta para volver a interrogarle sin temor a insistirle de ser necesario. [code]— Dime, quiero saber.[/code]
Iba a contestarle, de hecho ¡Hasta que vio la maldita risa! Frunció el ceño con suavidad, y alzó una de sus blancas cejas hacia arriba, la boca más que sonreír ahora era una gibosa curva falsamente enfadada pero si muy molesta terminando de rematar su semblante enrojecido. Le parecía más que una falta de respeto, una “traición” de forma exagerada ya que él no se había burlado de ella por verla así y la verdad es que no conocía otra forma de que Einar no se riera de no ser para humillarlo. Así que así asimiló todo.
- ¡Ey! No te burles de mí así. Cruel. No te diré nada ahora.
Mentiras, pues si iba a hacerlo en caso contrario aunque lo veía muy difícil por su usual terquedad, se le veía muy nervioso, mucho más de lo común. Menester era por su excesiva empatía y por motivos personales, su propia naturaleza le hacía receptor de las emociones que ahí lindaban. He de ahí su rojizo rostro, que indudablemente resaltaba por su piel oscura así como los ojos abiertos esperando quién sabe que ataque o quién sabe qué cuestión, lo cierto es que ese nerviosismo era espontáneo y no demasiado frecuente en él para exteriorizar. Quizás por eso encontraba gran dificultad en coordinar el hacer y el decir.
- Es bastante difícil responder eso ahora pero creo que…
[code]— ¿Qué es lo que no puedes evitar? —[/code] ''¿Desestabilizarme?'' lo pensó y quiso mencionar, pero no se atrevió pues por el tono de su voz podría parecer disgustada o alterada aunque pudiese ser lo contrario. Con cuidado llevó devuelta la mirada hacia el rostro del príncipe parpadeando un par de veces para asimilar aquel rostro inflado y tan enrojecido como el propio. En él realmente lucía completamente enternecedor, y por ello, se echó a reír entre su nerviosismo así como el descubrimiento de un avergonzado Rhaamael.
