O siete sentimientos aproximadamente. Aunque ella parecía más el hombre que él, por sus rasgos tan toscos en comparación a lo delicado que es el rostro del moreno, con esa fina nariz y esos labios tan delicados... tensó la quijada al sentir el golpe, más bien el roce de la madera en su costado, por lo que su mano libre se movió en automático hacia la mano ajena que sostenía el objeto, le forzó a torcer el bastón de tal modo que la máxima longitud de este topara en la parte baja de la espalda del morena para apegarle a su cuerpo. No pudo deshacerse del agarre en la otra mano por lo que la forzó a pegarse a su costado y teniéndolo a una distancia peligrosa respondió. —Los actos dicen mucho más que mil palabras.— sabiendo que le haría sentir su aliento hablo de forma pausada pero recia, pues ella también sentía su respiración agolparse en su rostro con ese exótico aroma suyo. Sus irises se fijaron en los ajenos con profundidad sin terminar por comprender al extranjero, pero quizá.