¿Dos como yo? El paraíso para ti entonces. -Se río en voz alta, aunque por dentro estaba apenas un poco preocupado. Una sirena ebria por ahí no sonaba como un buen plan, aclaro su garganta para ganar un poco de seriedad aunque esta era tan ínfima como una simple brisa- ¿Que debería hacer? ¿Quieres descansar?
No. . . No estoy ¿borracha?, dirás ebria, es tu culpa Rhaamael. . . Por tu idea veo dos como tu.
Los efectos del alcohol pasaron factura a la sirena que no era capaz de mantener el equilibrio; fue por ello que decidió sentarse, la cabeza le daba vuelta y sus párpados mostraban un peculiar cansancio mientras sus mejillas estaban de un color rojizo.
Además. . . Deberás responder por ello, no puedo irme así a mis misiones.
-Sostuvo su cantimplora a lo alto, revisando que en efecto ya no quedaba más. Si que le había dado al pico, Rhaamael suspiro. En parte por su falta de alcohol y también por tener que lidiar con las consecuencias de sus ideas- No me estoy moviendo, borracha.
April que en algunas oportunidades aprendía de ciertas costumbres aunque si alguien le advertía de la mala influencia que podía tener el albino en su persona, le sería de gran ayuda; por ahora era tarde. En el instante que de sus dedos fue arrebatado la cantimplora, su cuerpo se sintió un poco abrumado por la distorsión de la imagen de aquello que ella veía.
-No esperaba ciertamente que fuera tan valiente en darle un trago tan áspero y largo, Rhaamael casi que se sobresalta. Acercándose con velocidad para rodear con sus manos la cantimplora, sus ojos parecían estallar de la sorpresa- ¡Ey, es demasiado para un primer trago!
Al ser acercada la botella hacia sus manos, tomó un poco de aire entre sus labios para poder beber tal como le indicó el muchacho. Sólo necesito apoyar la boca del recipiente con la suya y así dar un largo trago; primero la sensación fue amarga hasta que lentamente el alcohol empezó a endulzar su garganta.
